Rosario García
Un día vas al centro de salud porque tu médico ha solicitado que te hagan unas pruebas y para ello tienen que extraerte sangre, nada fuera de lo normal. Esperas tu turno y el personal sanitario te extrae unos cuantos mililitros de sangre que guardan en tubos de diferentes tamaños con tapas de diferentes colores. Tan solo te queda un pinchazo que curará en pocos días y esperar a los resultados de la prueba. Pero ¿qué ocurre durante ese tiempo con la sangre que te acaban de extraer? ¿Cómo se convierte esa sangre en unos resultados en un papel?
La aventura por la que pasará nuestra muestra de sangre dependerá de la prueba que haya solicitado el médico que se realice. Estas pruebas pueden ser, desde, un “sencillo” análisis bioquímico, a análisis genéticos de mutaciones relacionadas con el desarrollo de un cierto tipo de cáncer.
La primera forma de diferenciar qué tipo de prueba va a hacerse en cada una de las muestras de sangre que llegan a un laboratorio es por el tubo en el que la hayan metido. El personal sanitario ya sabe a qué pruebas han destinado la sangre que se te va a extraer y preparan los tubos necesarios para ello, así te extraen únicamente la cantidad suficiente y necesaria.
Como hemos mencionado, los tubos pueden ser de diferentes tamaños. Esto es porque unas pruebas necesitan más cantidad de sangre que otras. También hemos dicho que los tubos pueden tener tapas de diferentes colores: esta es la principal forma de diferenciar las pruebas a las que están destinados los tubos. También sirven para indicar la urgencia y el orden de realización de las pruebas, pues dentro de los componentes que se extraen de la sangre, hay algunos que se corrompen antes que otros. Y finalmente, los tapones también indican si el tubo contiene algún otro compuesto además de la muestra de sangre. Estos compuestos se encuentran el tubo antes de llenarlo con la sangre y sirven para la conservación de esta. Un ejemplo son los anticoagulantes como el citrato, el EDTA o la heparina.
La primera parada del viaje que realizan las muestran es el laboratorio del hospital, un laboratorio de análisis clínicos o un laboratorio de análisis genéticos especializado. El laboratorio al que vayan los tubos dependerá de la prueba que sea necesaria, del equipamiento del laboratorio y del funcionamiento y designaciones del sistema de salud. En el laboratorio del hospital pueden realizarse tanto pruebas clínicas y bioquímicas como pruebas genéticas, todo depende del equipamiento y los protocolos que tenga puestos a punto dicho laboratorio.
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Las pruebas bioquímicas son aquellas que consisten en la medida de ciertos metabolitos o enzimas en la sangre, lo que vendría a ser un análisis de sangre rutinario. Dentro de las sustancias que pueden medirse en la sangre están la glucosa, los triglicéridos, ciertas enzimas, etc. También suele hacerse una medida del hematocrito, es decir, de las células sanguíneas y sus tipos, pues la presencia aumentada o disminuida en sangre de algunos de estos tipos puede ser indicativo de enfermedad.
Las pruebas bioquímicas se realizan ya en muchos laboratorios y hospitales de forma automatizada. Los tubos con las muestras cuentan con una etiqueta que funciona como un código de barras o código QR que identifica la muestra con el paciente (manteniendo su anonimato) y las pruebas para las que va destinada (además de la identificación previa por el tapón). Los tubos se depositan en una máquina que se encarga de clasificarlos según la etiqueta y así pueden incorporarse a una cinta mecánica que los distribuye por las distintas secciones del laboratorio. En cada sección se realizan pruebas diferentes y pese a la automatización, todas están monitorizadas y supervisadas por personal sanitario del laboratorio.
En los laboratorios a los que no ha llegado la automatización, las pruebas se realizan “a mano” pero con un sistema similar de identificación anónimo para el paciente. En general, estos laboratorios reciben menos cantidad de muestras, puesto que la cantidad de tubos de sangre que pueden procesar y manejar es menor.
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Por otro lado, están los tubos que continúan su aventura en un laboratorio de análisis genético. Las pruebas genéticas pueden ser de muy diverso tipo aunque, generalmente, son para la detección de algún alelo o mutación concreta, y en ocasiones, genotipados más extensos.
Muchas veces las pruebas genéticas que se solicitan son para el diagnóstico de algún tipo de cáncer, ya que la sangre no deja de ser un tejido del organismo y la muestra de sangre extraída puede considerarse una “biopsia” sobre la que estudiar las afecciones del tejido. Es por esta razón que, gran parte de las pruebas genéticas que se hacen con las muestras de sangre son para el posible diagnóstico de leucemias.
Cuando las muestras de sangre llegan al laboratorio de análisis genético, se clasifican para establecer con ellas un horario de trabajo. Este horario se establece dependiendo de las pruebas que vayan a realizarse y los componentes de la sangre que vayan a ser separados y analizados.
Cada tubo suele lleva un “conservante” añadido, como hemos dicho. Sin embargo, estos compuestos son diferentes según la prueba para la que vayan destinadas las muestras, aunque todos sean conservantes. La heparina es un anticoagulante, pero interfiere con el proceso de extracción del ácidos nucleicos y por ello es que se usa EDTA o citrato en su lugar. En cambio, el EDTA puede afectar a la separación de componentes de la sangre como las plaquetas, así que en este caso es preferible la heparina.
Dentro del horario que se establece, la prioridad la tienen los compuestos que antes se deterioran o cuyos procesos llevan más tiempo. Generalmente, las muestras que precisan la extracción del ARN se empiezan a manipular antes que las del ADN, puesto que la molécula de ARN es más frágil y se deteriora con mucha más facilidad que la del ADN. Por otro lado, la separación de ciertas células sanguíneas, como los glóbulos blancos, necesita de un largo procesado de las muestras (de incluso varios días) y por ello también suele subir al principio de la lista de tareas del laboratorio.
Además, hay que tener en cuenta que ciertas pruebas pueden requerirse con más urgencia que otras: muchas veces los resultados deben entregarse en el mismo día porque pueden ser de un caso de vida o muerte. Un ejemplo de esto es un tipo de leucemia aguda que puede provocar la muerte del paciente a las 48 horas tras la aparición de los síntomas y que está caracterizada por un marcador genético concreto. Si esta leucemia se diagnostica a tiempo y se procede al tratamiento específico, el pronóstico del paciente es muy favorable.
Tras establecer el orden de prioridades en el laboratorio, lo primero que se hace nada más llegar las muestras, es la alicuotación de éstas (se reparte la muestra en otros tubos más pequeños). Esto también lo hacen los robots automatizados de análisis clínicos, pero en vez de dividir la muestra en otros tubos, cada robot de cada sección coge exactamente la cantidad de muestra que necesita (que, normalmente, es equivalente a la cantidad que se pone en los tubos pequeños manualmente).
Algunos de estos tubos pequeños se congelan y otros pasan a la siguiente fase que consiste en la extracción del compuesto que se quiere estudiar o medir. En el caso de que se tengan que aislar células sanguíneas los protocolos manuales son largos, complicados y de baja eficacia, por lo que se prefiere usar separadores automáticos. En cambio, la extracción del ADN y el ARN puede ser manual, e incluso, se prefiere que la extracción del ARN sea manual debido a la fragilidad de la molécula y a que los procesos de extracción automatizados pueden ser algo bruscos.
El tratamiento posterior que reciben los compuestos extraídos depende de la prueba a realizar y hay multitud de procedimientos distintos y protocolos específicos de cada laboratorio.
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Una vez obtenidos los resultados de las pruebas, el personal sanitario y de laboratorio encargado de realizarlas los introduce en una base de datos con otros resultados del paciente y a partir de todos estos resultados realiza un informe que envía al médico de cabecera encargado del paciente que, con el informe, decidirá cuáles son las medidas a tomar e informará y explicará al paciente los resultados y sus implicaciones.
Además, si la prueba era de diagnóstico genético, el médico deberá haber informado previamente al paciente y haber obtenido su consentimiento por escrito para la extracción de sangre con fines de diagnóstico y realización de la prueba consiguiente. Esto es un procedimiento ético médico rutinario conocido como “consentimiento informado”. Todos los consentimientos informados se entregan en el laboratorio junto con los tubos de sangre y, de hecho, si el consentimiento solo está firmado por el médico pero no por el paciente, el personal del laboratorio no podrá enviar el informe al médico ni revelarle los resultados hasta que el paciente no firme y consienta por escrito que accede a conocer los resultados de la prueba.
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Desde que lo llenan con la muestra de sangre, cada tubo acaba teniendo un viaje único y diferente, pero nunca consiste en meterlo en una única máquina milagrosa que imprime los resultados al instante, sino que hay numerosos pasos por los que tiene que pasar y muchísimas personas involucradas en conseguir los resultados lo antes posible para el correcto diagnóstico de los pacientes.
¡Nos vemos en otro post!
Referencias
Types of Specimen Collection Containers. Parkway-Health Laboratory.