Lucía Márquez
Año 2356. La humanidad se encuentra en proceso de colonizar Marte. Los avances en reproducción asistida hacen pensar que la forma más sencilla de asegurar nacimientos en el planeta rojo es enviar muestras de esperma. Pero, un momento ¿sufren daños los espermatozoides si permanecen en órbita durante un largo periodo de tiempo? O dicho de otro modo ¿funciona bien el esperma espacial?
Bajo esta premisa, la Universidad de Yamanashi y la Agencia Espacial de Japón (JAXA) decidieron poner en marcha un estudio (cuyos resultados se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences) para analizar el efecto de los viajes espaciales en el esperma de ratón.
Con este objetivo, enviaron una muestra a la Estación Espacial Internacional (ISS), donde se conservó a -95ºC durante más de nueve meses mientras mantenían otra en nuestro planeta a modo de control. Hay que tener en cuenta que la radiación en la ISS es más de 100 veces superior a la de la Tierra y puede causar daños tanto al ADN como a los gametos.
Esperma espacial, camadas sanas y longevas
Ya de vuelta en la Tierra, se analizó el estado del esperma espacial y, se descubrió que si bien habían sufrido ciertas modificaciones los daños no eran tan graves como se esperaba. “Aunque las muestras de esperma espacial no mostraron cambios en su morfología, los daños en el ADN fueron ligeramente mayores en comparación con las muestras de control», explican los responsables del estudio.
Tras este análisis, los investigadores fecundaron embriones in vitro tanto con las muestras espaciales como con las que se quedaron en tierra. ¿El resultado? Un montón de ratones sanos. De hecho, la ratio de nacimiento fue casi idéntica en ambos grupos. Además los descendientes surgidos de este experimento se desarrollaron sin alteraciones y tuvieron sus propias camadas de individuos sanos. Al parecer, los daños sufridos en el ADN de los espermatozoides pudieron ser reparados durante el periodo de gestación.
«Los resultados demuestran que generar descendientes de animales domésticos o de humanos a partir de espermatozoides conservados en el espacio es una posibilidad que será útil en la era espacial», apuntan los autores de este trabajo. Dos nuevos retos surgen ahora en el horizonte: averiguar qué le sucede al esperma espacial si pasa en órbita periodos superiores a los 288 días estudiados e intentar desarrollar embriones sanos en la ISS.