Rubén Megía González
Ha pasado casi una semana y aún no ha aparecido el culpable del chocolaticidio en masa de las oficinas de Medigene. Si recordáis el post anterior, los sospechosos tras la prueba del grupo sanguíneo son el señor C., la señora A., la señora L. y el señor R.
Hoy te has levantado y te ha llegado un mensaje indicando que parte de las pruebas de los STRs están ya realizadas. Pasas por el laboratorio y te dan los siguientes resultados:
STR | ||||
D8S1179 |
CSF1PO | TPOX |
D19S433 |
|
Alelos muestra | 8,8 | 6,12 | 12,12 | 14,16 |
Alelos señor R. | 8,8 | 6,12 | 12,12 | 14,16 |
Alelos señora L. | 8,8 | 7,8 | 12,12 | 13,12 |
Alelos señor C | 8,8 | 6,12 | 12,12 | 14,16 |
Alelos señora A. | 8,8 | 6,12 | 12,12 | 14,16 |
Relees la tabla de resultados atónito. ¿Cómo puede ser que habiendo estudiado 4 STR, 3 de los sospechosos coincidan en todos los alelos de cada uno de esos STR? Observas que todos los sospechosos son homocigotos para el alelo de 8 repeticiones de D8S1179. Sucede lo mismo con el alelo de 12 repeticiones de TPOX. Supones que deben ser los alelos más frecuentes en la población. Por el contrario, en el STR CSF1PO encontramos que, mientras la señora L. tiene los alelos de 7 y 8 repeticiones en heterocigosis, el resto de individuos tienen los alelos de 6 y 12 repeticiones, coincidiendo con la muestra de sangre. En D19S433 sucede lo mismo.
Eliminas a la señora L. de la lista de sospechosos. Si los análisis de STR de las muestras de ADN no coinciden, podemos exculpar a la señora L.
Pasado el mediodía recibes otra notificación del laboratorio. Ya tienen el resto de muestras de STR. Los resultados son los siguientes:
STR |
|||
vWA |
FGA |
D5S818 |
|
Alelos muestra | 11,20 | 22,22 | 7,9 |
Alelos señora A. | 11,20 | 22,22 | 7,9 |
Alelos señor C. | 13,15 | 22,22 | 7,7 |
Alelos señor R. | 11,20 | 22,22 | 7,9 |
¡Aja! Ya lo tienes. en los tres STR, los alelos del señor R. coinciden con los de la muestra. ¡Sabías que había sido él desde el principio! Espera, los alelos de la señora A. también coinciden con los hallados en la muestra de sangre. ¡Qué marrón!
Bueno, lo que sí puedes afirmar es que el señor C. no está involucrado con el crimen. ¡Uno menos en la lista de sospechosos! Ya solo quedan dos sospechosos y estás seguro/a de que la próxima prueba aclarará todo. Por suerte son un hombre y una mujer, por lo que la prueba de la amelogenina te viene al dedillo.
Y entonces, justo cuando lo estabas pensando… ¡PIPIPIPIPIPIPI! Una notificación del laboratorio te llega al teléfono. Te envían los resultados de las pruebas del gen de la amelogenina:
Resultados de la electroforesis | |
Muestra | Una única banda a la altura de los 106 pb |
Señora A. | Una única banda a la altura de los 106 pb |
Señor R. | Dos bandas. Una a 106 pb y otra a 112 pb |
Ahora sí. Está todo claro. La muestra pertenece a una mujer, ya que únicamente se observa una banda en la electroforesis. La señora A., por tanto, fue la que devoró los dulces. Pero, ¿cuál fue el motivo? La señora A. aseguraba no comer demasiados dulces para no pasarse con las calorías. Es sospechoso, así que reúnes a todo el personal de las oficinas de Medigene en el despacho de la señora L.
Abres las persianas lentamente mientras todos tus invitados entran en la sala. La luz se filtra por las ventanas mientras, poco a poco, se revelan los ceños fruncidos y las caras de nerviosismo. Los animas a sentarse y comienzas tu discurso:
-Las pruebas de ADN del cuchillo usado para cortar el turrón han llegado y tras analizarlas y compararlas con las muestras de sangre obtenidas de cada uno de vosotros, he llegado a un culpable. O más bien «una» culpable. Señora A., ¡usted se comió los dulces! -dices mientras señalas con el dedo índice a la que crees que es la culpable.-
-¿Cómo? -espeta la señora A. con cara de incredulidad.- ¡Es imposible! Si yo no estaba en el despacho a la hora que se cometió el crimen. Además, aunque el análisis de mi ADN y el de la muestra coinciden, no es prueba suficiente para inculparme. ¡Hay millones de mujeres con esas mismas variantes genéticas en el mundo!
-Tiene razón, señora A. -comentas con seguridad.- Pero aunque no es suficiente prueba, tengo otras. Deme su bolso.
La señora A. acepta y te cede su bolso. En él, además de las llaves de casa, el teléfono y varios paquetes de chicles encuentras dos llaveros con llaves idénticas. Son las llaves de la oficina.
-Aquí tenemos dos copias de las llaves de las oficinas. Una fue la que le dejaste al señor R., mientras que la otra la usó usted para devorar esos dulces durante la noche.
-¡No lo puedo creer! -comenta la señora L. entre los susurros de sus compañeros.-
La señora A. agacha la cabeza y confiesa.
-Vale. Sí. Anoche vine a las oficinas. Pero no me comí los dulces. Quedé con unas amigas para cenar cerca de aquí y nos quedamos charlando hasta las tantas. Pensé que era tarde y volver a casa me hubiese quitado mucho tiempo, así que dormí aquí, en el sofá.
Tu cabeza comienza a cavilar y entonces recuerdas el post-it y lo sacas de tu bolsillo. ¿Qué ponía?. Lo observas. En él está escrito “epigenética, 21-22 SEFF, papel de envolver”. Nadie vio ese papel ayer antes de marcharse, así que debió haberlo escrito la señora A. antes de irse a dormir para recordarlo al día siguiente.
-Señora A., ¿escribió usted esta nota? -preguntas mientras observas a la mujer.-
-No recuerdo haberla escrito. -comenta la señora A. mientras la lee.-
Tu semblante se vuelve serio. Ya sabes qué ha sucedido. Te acercas al centro de la sala y preparas tu discurso.
-Señores, señoras. Desvelaré la verdad sobre este caso. Empecemos desde la última ves que se vieron los dulces. -dices, intentando recordar con exactitud.- La señora M. vio los dulces intactos poco antes de irse, a las 16:30. La señora L. estuvo en el despacho hasta las 20:00, pero salió aproximadamente a las 18:00 a tomar un café. El señor C. y el señor R. estuvieron de 9:30 a 16:00 trabajando. -haces una pausa- Eso es lo que sabíamos hasta ahora. Hasta hace poco no sabíamos que el señor R. también visitó las oficinas de 17:00 a 19:00 utilizando las llaves de la señora A., las cuales tenían una copia. ¿Esto es cierto, señor R.?
-En efecto. -dice el señor R. mientras asiente.-
-Además, según lo que acaba de confesar la señora A., se quedó a dormir en el sofá durante la noche, pero no recuerda haber escrito el post-it. La primera en llegar por la mañana fue la señora A., o así lo atestiguan los señores C. y R. Esto es fácilmente explicable. La señora A. ya estaba en las oficinas a las 8:00 porque había estado durmiendo ahí.
-¡Pero yo no me comí los dulces! -asegura la señora A.-
-Eso no es lo que usted cree. -dices, refiriéndote a la señora A.- No lo he comentado hasta ahora, pero investigué acerca de ustedes. Hablé con algunos de sus familiares. Con su madre también, señora A. Su madre asegura que sufre episodios de sonambulismo en ocasiones. Esta sería una buena explicación para la desaparición de los dulces. -miras a la señora A. con detenimiento.- Durmió toda la noche y, sonámbula, devoró todo lo que se puso en su camino. Por la mañana, al levantarse, vio todo hecho un desastre y debido al remordimiento de poder haber sido usted, intentó eliminar todas las pruebas. Pero entonces escuchó un ruido. El señor C. había llegado y usted no quería que la inculpasen, así que actuó con normalidad, descuidando la escena del crimen.
Las caras de decepción de los involucrados en el caso van en aumento mientras escuchan tu sentencia. Tras discutir, la señora A., que no era una mala persona, se disculpa al resto del equipo y asegura que ella no quería comer tanto. Tanto la señora L. como el resto la perdonan, ya que no había sido su culpa y mientras, tú, sales lentamente por la puerta. Un caso más resuelto gracias a la genética.
¿Estás satisfecho/a con tu descubrimiento? ¿Acertaste en el primer post del caso? Ponlo en los comentarios. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo escribiendo este caso utilizando análisis de STR, grupos sanguíneos y electroforesis. De una forma similar se estudia la variabilidad genética en los laboratorios de genética forense.