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La Evolución a juicio

Elena Juan Andrés

Hacerse mayor es quizás el mayor cuento de fantasía que nos han contado nunca. Los Reyes Magos no existen, estudiar no es sinónimo de jugar y la magia del Ratoncito Pérez se ha convertido en la tragedia de pagar facturas. Hacerse adulto es tomar decisiones, muchas decisiones, pero también explorar el mundo que nos rodea. Hoy viajamos a la infancia del ser humano para entender un poco mejor el misterio adulto de las muelas del juicio.

Las muelas del juicio son, técnicamente, nuestros terceros molares. Recordemos, una sonrisa Profiden tiene  32 piezas: 8 incisivos, 4 caninos o colmillos, 4 premolares y 12 molares. Casi todas salen cuando cambiamos la dentición de leche, sin embargo, las muelas del juicio aparecen después, entre los 15-25 años. A diferencia de lo que muchos piensan, su nombre no proviene del fatídico Juicio Final al que nos somete el dolor de muelas, sino a que aparecen cuando ya somos personas hechas y derechas, con juicio propio. Es curioso que esta apreciación está extendida en muchas culturas, por ejemplo en latín se conocían como dens sapientiae, y en inglés se llaman wisdom tooth, en ambos casos el diente de la sabiduría.

muelas del juicio

La ausencia de estos molares se denomina agénesis y se estima que aproximadamente el 25% de la población mundial la presenta. Para el otro 75% todavía son un dolor de cabeza. Según la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (SECOM), dos tercios de la población española sufren problemas con las muelas del juicio que en la mayoría de los casos suponen la extracción de las piezas. Sin embargo, también advierten que no deben extraerse mientras no den problemas y estén cubiertas por mucosa y hueso. Las muelas únicamente deben retirarse cuando produzcan problemas  o estén atascadas en su erupción, ya que en estos casos hay un alto riesgo de infección.

Pero, ¿por qué tenemos estas muelas tan problemáticas? Para encontrar la respuesta hay que viajar  entre 5 y 8 millones años atrás, cuando aparecieron los primeros homínidos en África. Nuestros tatara-tatara-abuelos tenían un cráneo pequeño pero una mandíbula muy prominente. En el fondo de estas fauces podían aparecer muelas grandes sin problemas de espacio, lo que resultaba muy útil para masticar plantas crudas, la  delicatessen de la época.

muelas del juicio

Una parte de estos homínidos evolucionó desarrollando un órgano extraordinario, el cerebro. Esta gran familia constituyó lo que hoy en día denominamos género Homo. El aumento de la capacidad cerebral de nuestros tatara-abuelos permitió la aparición de las primeras herramientas y el descubrimiento del fuego. Además, les llevó a expandirse por Asia y Europa. Sin embargo, produjo una discordancia en el tamaño del cráneo: ser tan cabezón hacía necesario que la mandíbula encogiese para mantener una fisionomía coherente.

Se sospecha que a partir de este hito, el desarrollo del tercer molar pudo provocar problemas de salud, grandes dolores o infecciones. Esto significaba que toda alteración que frenara la formación de las muelas del juicio resultase beneficiosa. Investigadores de la Universidad de Princeton descubrieron que la primera población que no desarrolló muelas del juicio se encontraba en China allá por el 300.000-400.000 a.C. Esto puede explicar por qué los indígenas mexicanos, que seguramente descienden de poblaciones asiáticas migrantes a América, presentan agénesis en casi el 100% de sus individuos; mientras que en la isla de Tasmania sólo es del 0,2%.

Hoy en día conocemos casi con exactitud los genes que están involucrados en nuestra dentición: AXIN2, MSX1 y PAX9. Los genes de la familia PAX son los más relevantes en el génesis de la mandíbula, el paladar y los dientes. Cuando los investigadores comenzaron a identificar estos genes descubrieron que  mutaciones en el gen PAX9 conllevaban la ausencia total o parcial de los dientes. En Brno, República Checa, consiguieron hilar todavía más fino y encontraron una mutación concreta que únicamente repercute en el no desarrollo de las muelas del juicio, sin alterar el resto de la dentición.

muelas del juicio

 Dicho esto muchos desearán modificar su gen PAX9 para ahorrarse el paso por el dentista, pero técnicamente esto es bastante complejo. Existe una alternativa un poco más brusca pero efectiva, y una vez más, la encontramos en nuestros abuelos. Los expertos señalan que nuestra generación está sufriendo mucho más con las muelas del juicio porque las ortodoncias y “los aparatos” permiten que nuestros dientes estén perfectamente colocados, pero sobretodo, que estén todos. Esto significa que no tenemos ningún hueco libre. Cuando les salieron las muelas del juicio a nuestros abuelos tenían disponible el espacio de dientes que se habían caído. Este margen les permitió recolocar la dentadura con éxito.

Quizás crecer como persona no sea tan fácil ni divertido como nos contaron, pero observar la evolución de nuestra especie es fascinante. Merece la pena valorar el legado heredado, aprender de nuestros antepasados y continuar el camino recorrido, puede que algún día seamos nosotros los protagonistas de esta historia y entonces sí, hacerse mayor habrá merecido la pena.

 

Fuentes:

Bonczek O, Balcar VJ, Šerý O. PAX9 gene mutations and tooth agenesis: A review. Clin Genet. 2017 Nov;92(5):467-476. doi: 10.1111/cge.12986

Stanley M. Garn and Arthur B. Lewis (1962) The Relationship Between Third Molar Agenesis And Reduction In Tooth Number. The Angle Orthodontist: January 1962, Vol. 32, No. 1, pp. 14-18.

Rozkovcová E1, Marková M, Dolejsí J. Studies on agenesis of third molars amongst populations of different origin. Sb Lek. 1999;100(2):71-84.

Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial, http://www.secom.org/

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