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Cómo afecta tu edad a tus gametos

Rubén Megía González

Pasan los años y, con ellos, nos notamos cada vez más cansados, se nos cae el pelo y nos hacemos gruñones. La edad no perdona y nuestro cuerpo, con cada hora, semana o mes que pasa, va sufriendo pequeños daños irreparables que hacen que cualquier señor de 50 se diferencie notablemente de su edición desgarbada y quinceañera de principios de los 80’s. Obviamente (y no iba a ser menos), nuestro sistema reproductor también se ve afectado, ya no solo a nivel estructural o hormonal, sino también a nivel celular.

Para comprender cómo puede afectar la edad a nuestras células sexuales (espermatozoides y óvulos) primero debemos conocer cuáles son las particularidades de su formación tanto en personas de sexo masculino como femenino.

Espermatogénesis

Las gónadas masculinas, también conocidas como testículos, son el órgano donde se forman los gametos masculinos (espermatozoides). Estos órganos están formados, en esencia, por una serie de tubos, llamados conductos seminíferos, enrollados en un “ovillo”. Aunque los conductos seminíferos no son la única estructura presente en los testículos, en ellos se generan los espermatozoides.

En el interior de los conductos seminíferos, podemos encontrar 3 células esenciales: las células de Sertoli, las células de Leydig y las células germinales:

De estos tres tipos celulares, las células germinales son las encargadas de diferenciarse para dar lugar a los espermatozoides. Se trata de unas células madre diploides e inmóviles que dan lugar a células diferenciadas, haploides y móviles. Curioso, ¿verdad?

La espermatogénesis comienza en la pubertad y se mantiene durante toda la vida del individuo. Durante dicho proceso, las células germinales con dos copias del material genético (46 cromosomas) se “transforman” en espermatocitos primarios (46 cromosomas). Son los espermatocitos primarios los que, más tarde, mediante un proceso conocido como “meiosis”, dan lugar a dos espermatocitos secundarios (23 cromosomas). Los dos espermatocitos secundarios, entonces, se dividen en dos espermátidas (23 cromosomas),  cada uno. Estas espermátidas, más tarde, madurarán para convertirse en espermatozoides.

¿Cómo afecta la edad a la espermatogénesis?

De media, un hombre expulsa entre 200 y 400 millones de espermatozoides en una eyaculación. Esto significa que, para abastecer cada eyaculación, las células germinales de un hombre promedio deben realizar entre 100 y 200 millones de divisiones. ¡Un montón de posibilidades para que se produzcan errores en el ADN de alguno de los espermatozoides generados!

Normalmente cada una de nuestras células tiene mecanismos para “comprobar” que la duplicación del ADN se está produciendo correctamente, tanto en la mitosis como en la meiosis. Además también tienen diferentes complejos que pueden detectar errores en la estructura del ADN y repararlos, por lo que las mutaciones puntuales no son demasiado comunes, incluso aunque se realicen millones de divisiones. Sin embargo, se ha demostrado que, con la edad, los mecanismos de duplicación y reparación del ADN se ven alterados, por lo que el número de mutaciones puntuales aumenta progresivamente

Además, se ha comprobado que algunas mutaciones puntuales en ciertos genes en las células precursoras de los espermatozoides favorecen la proliferación celular. Estas mutaciones “egoistas” se acumulan con los años en las línea germinal paterna y se transmiten a la descendencia. Es el caso de algunas mutaciones en el gen FGFR2, causantes del síndrome de Apert, que se acumulan con la edad en las células precursoras de los espermatozoides.

Ovogénesis

La ovogénesis es el proceso de obtención de óvulos a partir de las células germinales femeninas, las ovogonias. Este proceso ocurre en los ovarios, las gónadas femeninas, situadas en la parte inferior del abdomen.

El proceso de ovogénesis es muy diferente al de espermatogénesis. Para empezar, al contrario de lo que ocurre con la espermatogénesis, la ovogénesis comienza en la gestación. En este caso, durante la gestación, las ovogonias (46 cromosomas) se multiplican y, finalmente, se diferencian en ovocitos primarios diploides (46 cromosomas), que inician la meiosis. Entonces, los ovocitos primarios detienen su división en cierta fase de la meiosis, conocida como profase I. Durante la pubertad, estos ovocitos primarios continúan su desarrollo hasta producir un ovocito secundario diploide (46 cromosomas) y un primer cuerpo polar. El ovocito secundario es el precursor del óvulo haploide (23 cromosomas) y un nuevo cuerpo polar. El primer cuerpo polar también se divide en dos nuevos cuerpos polares que, junto al anterior, degenerarán poco después.

¿Cómo afecta la edad a la ovogénesis?

Aunque la diferenciación de las ovogonias se produce en el desarrollo embrionario, no se producen óvulos hasta llegada la pubertad, debido a la detención de la primera meiosis del ovocito primario en la profase I. Esto implica que cada ovocito primario debe ser capaz de retomar la meiosis en el momento adecuado y sin errores. El problema es que, con la edad, los mecanismos celulares implicados en este proceso se deterioran y cada vez es más fácil que la meiosis se efectúe de forma incorrecta. Por esto, a partir de los 35 años aumenta la probabilidad de aparición de nuevas anomalías cromosómicas en los óvulos, que se traducen más tarde en diferentes síndromes en la descendencia asociados a ellas. Las anomalías cromosómicas más comunes son las aneuploidías para los cromosomas sexuales (XXX, XXY, XYY, X0) y las trisomías para los cromosomas 13, 18 y 21 (causantes de los síndromes de Patau, de Edwards y de Down, respectivamente).

También se ha visto que, al igual que en el caso de los espermatozoides, las mutaciones puntuales aumentan con la edad femenina. Sin embargo, estas mutaciones se producen con mucha menos frecuencia en la ovogénesis.

Detección de estas mutaciones y prevención de su transmisión

Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre el movimiento natural de la población, la edad media a la que las mujeres españolas deciden tener su primer hijo ha aumentado desde los últimos años (32,2 años). Lo mismo ocurre en el caso de los hombres (33,5 años). Esto se achaca, sobre todo, a diferentes razones laborales y económicas. 

El aumento de la edad media para concebir ha aumentado también el riesgo de que la descendencia padezca alguna alteración genética. Para controlar esto, en los últimos años se han desarrollado diferentes técnicas de diagnóstico preconcepcional, preimplantacional y prenatal. Es fundamental conocer estas técnicas de diagnóstico para evitar la transmisión de estas mutaciones a la descendencia.

En Genotipia hemos querido acercar un poco más estas técnicas a los profesionales clínicos y sanitarios, investigadores, estudiantes y futuros padres interesados con un nuevo curso, “Genética Reproductiva”. ¡No dejes pasar esta nueva oportunidad para ponerte al día en los tipos de diagnóstico genético y sus indicaciones!

Además, hemos creado una fantástica guía divulgativa sobre Genética Reproductiva que podéis descargar pulsando el siguiente botón:

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Y hasta aquí el post de hoy ¡Nos leemos en nuestra siguiente publicación!

Fuentes:
Gunes S et al.. Effects of aging on the male reproductive system. J Assist Reprod Genet. 2016;33(4):441–454. doi:10.1007/s10815-016-0663-y
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4818633/

Pellicer A et al. Effects of aging on the female reproductive system. Hum Reprod. 1995 10(2): 77–83. doi:10.1093/humrep/10.suppl_2.77
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8745304

Goldmann JM et al. De Novo Mutations Reflect Development and Aging of the Human Germline. Cell. 35 (11): 828-839. 2019. doi: 10.1016/j.tig.2019.08.005
https://www.cell.com/trends/genetics/fulltext/S0168-9525(19)30178-7#secsectitle0025

Instituto Nacional de Estadística. Estadística de nacimientos. Movimiento natural de la población
https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736177007&menu=ultiDatos&idp=1254735573002

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