Rubén Megía González
Como habéis podido leer en algunos de los artículos de nuestra revista, desde hace años sabemos que es posible heredar algunos cambios en la expresión génica que adquieren los progenitores durante su vida. A esto se le conoce como herencia epigenética. Mientras que el genoma es el conjunto de moléculas de ADN y la disposición de los mismos en las células de nuestro cuerpo, el epigenoma consta de compuestos químicos y proteínas que “etiquetan” el genoma, modificando su expresión sin alterar la estructura del ADN.
Una de las últimas investigaciones que se ha relacionado con el epigenoma se ha centrado en el estudio de la heredabilidad del trauma paterno. En la investigación, publicada en la revista PNAS por Dora Costa, Noelle Yetter y Heather DeSomer, investigadoras de la Universidad de California en Los Ángeles, se ha observado cierta relación entre la condición paterna de prisionero de guerra y la edad a la que falleció su descendencia. Para realizar este estudio, las autoras seleccionaron los datos de soldados que vivieron durante la Guerra de Secesión estadounidense bajo diferentes condiciones.
Batalla de Kenesaw Mountain, 27 de Junio de 1864
La Guerra de Secesión estadounidense fue una guerra civil causada por el intento de secesión en 1861 de un grupo de estados y su correspondiente formación de los Estados Confederados de América. Durante el transcurso de la guerra (1861-1865) tanto soldados como civiles fueron emprisionados, normalmente en condiciones inhumanas. Teniendo en cuenta que durante los periodos de intercambio de prisioneros las condiciones en las prisiones eran más laxas, en la investigación se seleccionaron tres grupos diferentes. Se obtuvieron de los registros militares datos de la descendencia de prisioneros capturados en periodos de no intercambio de prisioneros, de prisioneros capturados en periodos de intercambio de prisioneros y de soldados que no fueron prisioneros. Todos los descendientes habían nacido después de 1866 y habían sobrevivido a los 45 años de edad.
Los resultados del estudio fueron los siguientes: los hijos de prisioneros de guerra en periodos de no intercambio habían muerto más jóvenes que los hijos de prisioneros en periodos de intercambio. Tal y como lo explican las autoras del estudio, los descendientes de los prisioneros en periodos de no intercambio a una edad determinada tenían un 1.11 más de probabilidad de haber muerto que los hijos de no-prisioneros y un 1.05 más que los hijos de prisioneros en periodos de intercambio. Ahora solo faltaba aclarar cuál era la causa de esta variación en la longevidad.
¿Por qué difiere la longevidad entre los dos grupos?
Para explicar el aumento de la probabilidad de muerte en la descendencia de hijos de exprisioneros de guerra se estudiaron diversos factores como la economía familiar o el origen de los progenitores, pero ninguno de ellos ha logrado explicar esta variación en la longevidad. Por descarte, las investigadoras han atribuido esta variación a la epigenética.
Posteriormente se compararon los datos de los hijos de presos nacidos después de la guerra con los de sus hermanos nacidos antes de que esta aconteciese. Se observó que en los hermanos nacidos antes de la guerra no existía variación significativa en la probabilidad de haber muerto entre los hijos de los tres grupos de soldados. Esto refuerza la hipótesis epigenética, aunque se desconocen los cambios moleculares que la controlan.
Diferentes investigaciones respaldan la participación de ciertos factores epigenéticos en la transmisión de diferentes rasgos fenotípicos. Por ejemplo, a finales del 2018 se publicaron dos estudios que explicaban uno de los mecanismos epigenéticos que influían en la herencia transgeneracional del riesgo de padecer algunas enfermedades en ratones sometidos a una situación de estrés. En uno de estos artículos, los investigadores inyectaron ARN espermático no codificante de ratones con estrés postraumático en cigotos fecundados por ratones control. Los resultados indicaron que, efectivamente, el ARN espermático influía en el riesgo de padecer diferentes trastornos en la descendencia.
Un estudio similar de 2014 liderado por la investigadora Rachel Yahuda sugería que ciertos trastornos como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) en padres podrían tener consecuencias en la descendencia. En este estudio, el equipo de Yahuda estudió un número bastante reducido de hijos e hijas con padres supervivientes al Holocausto nazi que presentaban TEPT. Los resultados indicaron que la ausencia o presencia de TEPT causado por las terribles experiencias en los campos de concentración tanto en el padre como en la madre influían en la metilación del promotor de GR-1F, gen relacionado con los niveles de cortisol en sangre.
Llegados a este punto, ¿podríamos afirmar que estos “fantasmas” del sufrimiento paterno se heredan de forma epigenética? La respuesta, como siempre, es no.
Por un lado, es difícil afirmar al 100% que la herencia sea epigenética sin estudiar los mecanismos moleculares que dan lugar a esta herencia epigenética. Por el otro, en el segundo estudio, la muestra poblacional reducida representa un problema en la fiabilidad de sus conclusiones, por lo que sería necesaria una repetición del estudio en una muestra de mayor tamaño.
Y hasta aquí el blog de hoy. ¡Nos leemos en el siguiente post!
Bibliografía:
- http://www.pnas.org/content/115/44/11215
- https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4127390/
- https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5407175/