Rubén Megía González
¡Hola, visitantes de nuestra web! Hace un tiempo os hablé sobre uno de los procesos biológicos más importantes que existen: la mitosis. Como recordaréis, este proceso servía a las células para dividirse, generando dos células hijas idénticas en cada división. Pero, ¿existe algún mecanismo para obtener células diferentes? Aquí viene lo que quería explicaros hoy: la meiosis.
Como sabéis, por lo general y a excepción de contados casos, como el de las células reproductoras, cada célula del cuerpo humano tiene 46 cromosomas, ni más ni menos. De hecho, la presencia de un cromosoma extra (trisomías, tetrasomías, …) o la ausencia de alguno de ellos (monosomía) provocan diferentes alteraciones, como el Síndrome de Klinefelter, el Síndrome de Turner o el Síndrome de Down. Si nuestras células sólo se dividieran por mitosis, nuestra descendencia, resultante de la unión de un espermatozoide con 46 cromosomas y un óvulo con otros 46 cromosomas, tendría 92 cromosomas. ¡Y su descendencia, más de 100 cromosomas!
Por suerte, algunas de nuestras células, en concreto, las células precursoras de las células sexuales (oogonias y espermatogonias) pueden dividirse por un proceso ligeramente diferente a la mitosis, la meiosis. Este proceso, que ocurre en todas las especies que se reproducen de forma sexual, consigue producir gametos haploides (células sexuales) con la mitad de cromosomas que la célula progenitora diploide. De este modo, el número de cromosomas se mantiene en la descendencia. ¡Y por si fuera poco, contribuye a la variabilidad genética de la población!
Fases de la meiosis
Antes os he hablado de la meiosis como un proceso de división celular, pero, en realidad, en cada meiosis se realizan dos divisiones celulares, que llamamos “meiosis I” y “meiosis II”. Cada una de estas meiosis presenta 4 estadíos o fases, que comparten con la mitosis, aunque con ligeras diferencias. Estas fases son profase, metafase, anafase y telofase y comienzan después de la interfase, que es la parte del ciclo vital de la célula que comprende el tiempo desde que una célula “nace” a partir de la mitosis de su célula progenitora, hasta que comienza su división.
Como os expliqué en el blog sobre la mitosis, justo antes de comenzar la división se duplica el centrosoma, una estructura celular formada por dos grandes cilindros proteicos llamados centriolos y un conjunto de agregados proteicos denominados “material pericentriolar”. Durante la interfase, el centrosoma es el orgánulo celular encargado de regular los microtúbulos, estructuras que forman el “esqueleto” de las células.
Meiosis I
La meiosis I es la primera división celular. En ella partimos de una célula madre que en la interfase ha duplicado su material genético (2n, cuyos cromosomas han duplicado sus cromátidas) y obtendremos dos células hijas con 23 cromosomas (n, cuyos cromosomas han duplicado sus cromátidas),
Profase I:
Esta es la fase más larga de la meiosis y una de las que más diferencian de su homónima en la mitosis. De hecho, hace que este proceso influya en la variabilidad genética de la descendencia. Normalmente la dividimos en cinco subfases:
Leptoteno:
En esta fase, los cromosomas se condensan y se vuelven visibles. Recordad que antes, en la interfase, el ADN se encuentra en forma de cromatina y no es hasta este momento que se condensa y forma los cromosomas.
Zigoteno:
En esta fase, los cromosomas homólogos se aparean, es decir, se “juntan”. Como sabéis, partimos de dos copias de cada cromosoma. Bien, pues en esta fase, cada copia de uno de nuestros cromosomas se aproxima a la otra copia del mismo cromosoma, emparejando sus genes homólogos.
Paquiteno:
Tras el zigoteno, los cromosomas homólogos están situados muy cerca los unos con los otros. Esto propicia que se produzca la recombinación genética entre los cromosomas homólogos, es decir, que los cromosomas que están juntos, se intercambian fragmentos de ADN entre ellos. Como cada par de cromosomas tiene los mismos genes, esto realmente no afecta a qué genes vaya a heredar cada célula hija, sino a qué variantes o alelos vaya a recibir.
Diploteno:
En esta subfase de la profase I, los cromosomas homólogos, que ya se han intercambiado información genética, se separan. En esta fase, vemos que los lugares en los que se ha producido la recombinación genética presentan unas estructuras específicas, que denominamos “quiasmas”.
Diacinesis:
Esta es la última subfase de la profase I. En ella, el núcleo desaparece y los cromosomas quedan en el citoplasma celular.
Metafase I:
La Metafase I es la fase que sigue a la Profase I. En ella, los centrosomas que os comentaba antes desarrollan unas estructuras filamentosas llamadas “huso mitótico” o “huso acromático”, que se unen las zonas centrales de los cromosomas (centrómeros). De igual modo que en la mitosis, en esta fase vemos cómo los cromosomas se sitúan en la parte central de la célula.
Anafase I:
En la Anafase I, los cromosomas emparejados se separan, gracias a la acción de los centrosomas y del huso mitótico. De este modo, tendremos la información genética para 2 células hijas con 46 cromosomas
Telofase I:
Durante esta fase, el material genético vuelve a rodearse por la membrana nuclear. De hecho, si observamos una célula en este momento, encontramos dos núcleos en lugar de uno. Además, el ADN vuelve a descondensarse en forma de cromatina.
Durante la telofase también se produce la citocinesis, el proceso por el cual la célula progenitora divide su citoplasma para generar dos células hijas. En la mitosis todo acabaría aquí, pero en el caso de la meiosis, las células hijas comienzan otro proceso de división, la meiosis II.
Meiosis II
La meiosis II es muy similar a la mitosis. Como habéis visto, la meiosis I finaliza con la generación de dos células haploides (n), es decir, con una sola copia de su información genética. Bien, pues en esta segunda meiosis, lo que conseguiremos son cuatro células haploides (n),
Profase II:
En esta fase, desaparece la envoltura nuclear de las células hijas obtenidas en la meiosis I y el ADN se vuelve a compactar en forma de cromosomas.
Metafase II:
Al igual que en la metafase I, los cromosomas se disponen en el ecuador de la célula y el huso mitótico se une a ellos por los centrómeros.
Anafase II:
Durante esta fase, las fibras del huso mitótico se acortan, separando las dos cromátidas hermanas que componen los cromosomas. Cada una de estas cromátidas es arrastrada hacia un polo de la célula.
Telofase II:
En la telofase II ocurre lo mismo que en la telofase I, es decir, los cromosomas se descondensan, vuelven a la forma de cromatina y se rodean de nuevo por la membrana nuclear. También se produce la citocinesis, es decir, la separación del citoplasma,
¡Y ya está! Al final de la meiosis II, ya se han obtenido 4 células haploides, perfectas para intervenir en la reproducción sexual y diferentes entre ellas, ya que, como habéis visto, durante la Profase I, los cromosomas homólogos se recombinan, haciendo que cada una de las futuras células tenga diferentes alelos para según qué genes. Desde luego, es una fantástica forma de “barajar” los alelos, favoreciendo la variabilidad genética y, por ende, aumentando la probabilidad de que la descendencia logre adaptarse a un cambio en el ambiente. ¿No es genial?