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Diagnóstico genético y su impacto en las enfermedades raras: síndrome por deficiencia de CDKL5

MªJesús Alonso, madre de una niña con una enfermedad rara, y Francisco Martínez, genetista del Hospital de la Fe de Valencia, comparten sus experiencias y perspectivas sobre el impacto del diagnóstico genético en estas enfermedades.

El diagnóstico genético ha revolucionado la manera en que se identifican y manejan las enfermedades raras. Ayuda a poner un nombre o etiqueta a los síntomas que muestran los pacientes con enfermedades raras y abre una puerta a tratamientos más específicos y un mejor manejo de la enfermedad. 

Más allá del ámbito clínico el diagnóstico genético tiene un impacto profundo para cada paciente, así como para sus familias, que viven inicialmente la preocupación de no saber qué está ocurriendo y después la incertidumbre que a menudo acompaña al diagnóstico.  

En esta situación se encuentra Mª Jesús Alonso, madre de Claudia, una niña que fue diagnosticada con síndrome por deficiencia de CDKL5 con apenas tres meses. Este trastorno del desarrollo, causado por mutaciones en el gen CDKL5, se caracteriza por una epilepsia resistente a fármacos, que debuta en las primeras semanas de vida, retraso severo en el desarrollo neuropsicomotor y otras discapacidades. 

Francisco Martínez, genetista del Hospital de la Fe de Valencia, Mª Jesús Alonso, madre de una niña con una enfermedad rara, y Amparo Tolosa, de Genotipia durante la entrevista centrada en el diagnóstico genético de las enfermedades raras. Imagen: Genotipia.

De los síntomas al diagnóstico temprano del síndrome por deficiencia de CDKL5, gracias al análisis genético

El diagnóstico de Claudia fue rápido y temprano. Estas dos características no suelen acompañar al diagnóstico de las enfermedades raras, pero los avances en diagnóstico genético y los protocolos de los servicios de genética de muchos hospitales están cambiando ese escenario para algunas enfermedades. 

Mª Jesús señala que la primera señal de que algo no iba bien fue un movimiento rítmico extraño que Claudia repitió varias veces en un mismo día. “Nos asustamos mucho y fuimos al hospital. El primer ingreso fue solamente de tres días y nueve días después de darnos el alta hospitalaria tuvimos que ir de nuevo y volver a ingresar, esta vez tres semanas. Ahí ya nos dijeron que se trataba de una epilepsia de difícil control. Entonces le hicieron todo tipo de pruebas, incluido un test genético”. 

En menos de un mes y medio y con varios ingresos a sus espaldas, la neuropediatra de Claudia informó a Mª Jesús del diagnóstico. “Fue la noticia más dura que he recibido en mi vida. Cuando te dicen que tu hija tiene el síndrome por deficiencia de CDKL5, un síndrome que hoy no tiene cura, del que hay pocos diagnosticados, que conlleva problemas en el desarrollo neurológico, cognitivo, motor… No lo procesas en ese momento. Se te desmorona el mundo”, indica María Jesús. 

Francisco Martínez, biólogo adjunto de la Unidad de Genética del Hospital La Fe de Valencia y responsable del diagnóstico genético de Claudia, destaca que el diagnóstico de las epilepsias de inicio precoz como la de Claudia está protocolizado. “El primer paso es la secuenciación de todos los genes que puedan explicar esta encefalopatía epiléptica”, señala el genetista. “El motivo de la urgencia es que ayuda mucho a los clínicos, a los neuropediatras, a orientar el manejo del paciente. En el caso de Claudia, además, enseguida se vio una variante que ya estaba descrita en otros pacientes”.

El diagnóstico de las enfermedades raras como el síndrome por deficiencia de CDKL5 ha mejorado en los últimos años

Con la experiencia que proporciona trabajar desde hace décadas en el Servicio de Genética de un hospital, Francisco señala que el diagnóstico genético ha experimentado un giro copernicano en los últimos años. “Hace no mucho tiempo, el estudio genético era dirigido. Era muy muy artesano. O un gen o varios. En los últimos años se ha estandarizado y se han desarrollado los estudios de secuenciación masiva. Eso permite obtener la secuencia de ADN de una persona, de todos los genes de los que se sabe qué consecuencias clínicas hay, los que te permiten llegar a diagnosticar una enfermedad genética”. 

El genetista indica que antes era habitual que casos como el de Claudia estuvieran años sin ser diagnosticados. Décadas incluso. Ahora, el diagnóstico genético está protocolizado en muchos casos, y, cuando es necesario, se analizan muchos genes de forma simultánea. No obstante, todavía hay una discrepancia importante en el tiempo de diagnóstico entre diferentes pacientes o enfermedades. Pueden ser semanas o pueden ser años. 

La realidad es que todavía hay muchas enfermedades de base genética que no se conocen. “Por muchas técnicas y avances, a veces no puede llegarse al diagnóstico porque, aunque se identifique un cambio genético, no se sabe qué consecuencias puede tener. La biología tiene que avanzar mucho para saber interpretar cuándo un cambio en el ADN tiene una consecuencia para la persona y cuándo no”, indica Francisco. En el caso del síndrome por deficiencia de CDKL5, por ejemplo, se estima que menos de un 10% de los afectados tienen un diagnóstico correcto. 

El asesoramiento genético acompaña a las familias con enfermedades raras para saber más sobre su diagnóstico

Tras el diagnóstico de una enfermedad rara, los pacientes y familias se enfrentan a la incertidumbre de qué pasará a continuación. En este punto, Francisco Martínez señala que la consulta de asesoramiento genético tiene un papel importante para asesorar y acompañar a las familias. “Es muy útil de cara a si la familia se plantea más descendencia, si se preocupa por otro hijo sano, por una hermana…Pero también en el acompañamiento psicológico de entender estas enfermedades en la medida de lo posible”. 

Francisco y Mª Jesús coincidieron precisamente en esa consulta. Se esperaba que la mutación responsable de la enfermedad de Claudia fuera de novo, no transmitida por los padres y para descartar que pudieran ser portadores Mª Jesús y su marido se realizaron un análisis genético. 

Francisco fue quien les confirmó que efectivamente, se trataba de una mutación de novo. “Pasa una vez cada 45000 casos y nos ha tocado a nosotros”, señala Mª Jesús. “Le ha tocado a mi hija como a otra persona le toca otra enfermedad o a otra le toca la lotería”. 

Del diagnóstico de una enfermedad rara a una normalidad con incertidumbre

Pasado el duelo inicial, Mª Jesús entró en una etapa complicada en la que tenía que reestructurar su vida, ausentándose de casa a menudo por los ingresos de Claudia y con otra hija mayor de corta edad. “La normalidad de mi hija mayor es tener una hermana pequeña enferma. Esto es con lo que estamos aprendiendo a convivir”.  

Una de las primeras cosas que hizo fue movilizarse para que Claudia recibiera la mejor atención posible. “Mientras digieres el dolor del diagnóstico, tienes que solicitar la discapacidad, solicitar la dependencia… Hay una serie de cosas que ni te planteas ni sabes, pero tienes que hacer” señala. En esta parte del proceso, Mª Jesús destaca que pasar a formar parte de una asociación de pacientes la ayudó mucho, como lo hizo poder compartir la experiencia con otras familias en una situación parecida. 

Ahora, como parte de la junta directiva de la Asociación de Afectados por Síndrome de CDKL5, formada por 35 familias españolas, Mª Jesús trabaja para dar la mayor visibilidad posible a la enfermedad y fomentar la investigación y realización de ensayos clínicos . “Si hay visibilidad, se conoce. Y si se conoce, puedes despertar la inquietud de la comunidad de investigadores para encontrar la cura, porque hoy no tiene cura. Y los niños no se merecen esto”.

De momento, como en otras enfermedades raras, gracias al diagnóstico temprano, Claudia ha podido recibir atención temprana para su enfermedad de origen genético, el síndrome por deficiencia de CDKL5. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad con un espectro de gravedad y afectación muy variable, el futuro sigue siendo incierto. “Tiene 14 meses, debería gatear muy rápido o empezar a andar. No está haciendo ninguna de las dos cosas”, indica Mª Jesús. “Lo que sí que hace es que se ha consolidado la posición de gateo, se sienta… Esto es positivo. Hay niños que desafortunadamente ni siquiera pueden sujetar su propia cabeza. Entonces, dentro de la situación, es menos alarmante”.

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