Genética del cáncer

El cáncer engloba un conjunto de enfermedades complejas que a nivel clínico se diferencian en aspectos como la edad de aparición, la tasa de crecimiento del tumor,  su capacidad invasiva, evolución y respuesta al tratamiento.

El cáncer es una enfermedad genética, consecuencia de una alteración del material hereditario, pero no siempre es hereditaria. La mayor parte de las mutaciones implicadas en el desarrollo del cáncer son mutaciones producidas en las células somáticas. La proporción de cánceres con componente hereditario es muy pequeña, menor del 5%. Hasta el momento se han identificado más de 50 síndromes hereditarios de cáncer, enfermedades que predisponen a las personas portadoras de ciertas mutaciones a padecer ciertos cánceres.

La tumorigénesis o formación de tumores es un proceso con múltiples pasos, que requiere múltiples mutaciones en diversos genes. Algunas de las alteraciones genéticas que se producen de forma progresiva pueden conferir a las células tumorales ventajas selectivas respecto a las células normales, favoreciendo su propagación. Otras sin embargo, no participan de forma activa en el proceso tumoral. Así se suele distinguir entre mutaciones “conductoras” del cáncer, como aquellas implicadas directamente en el proceso de formación de tumores y las mutaciones “pasajeras” que no contribuyen de forma activa y se acumulan en las células tumorales. Como resultado final, las células tumorales pueden contener decenas de miles de mutaciones.

Las células cancerosas presentan tasas de mutación mayores que las células normales, y acumulan numerosos defectos genéticos que afectan a la estabilidad del material hereditario y capacidad de reparación del ADN de la célula. Además, sus patrones y mecanismos de regulación epigenética están alterados, ocasionando importantes efectos sobre la expresión génica.

A nivel molecular las células tumorales comparten dos características principales: una capacidad de proliferación anormal , que afecta a la división y crecimiento celular, y la habilidad para propagarse e invadir otras partes del organismo.  Estas características son fruto de la expresión anómala de genes relacionados con puntos de control de estos procesos.

Dentro de los genes implicados en el proceso tumoral existen dos clases principales: los protooncogenes y los genes supresores de tumores. Los protooncogenes son genes que codifican para factores que estimulan división celular y participan en el control de la misma. Cuando su expresión está alterada y experimentan una ganancia de función que contribuye al desarrollo tumoral estos genes pasan a denominarse oncogenes. Dentro de los protooncogenes, algunos de los más conocidos son c-myc y la familia génica ras. Los genes supresores de tumores son genes que regulan el ciclo celular y cuya presencia es necesaria para inducir la muerte celular en respuesta al daño en el ADN o exceso de estrés, entre otros proceso. Cuando su expresión está comprometida, la célula no puede establecer los puntos de control, lo que lleva a la acumulación de más mutaciones y a que la célula escape al control. Dentro de los genes supresores de tumores, algunos de los más conocidos son P53, que codifica para la proteína conocida como “guardián del genoma”, los genes BRCA1, y BRCA2, genes de reparación del ADN implicados en el desarrollo del cáncer de mama y ovario, y el gen RB1 cuyas mutaciones son reponsables del retinoblastoma entre otros tumores.

La genética del cáncer engloba el estudio de los mecanismos moleculares que llevan al desarrollo de tumores, su evolución o respuesta al tratamiento, así como todos los aspectos del diagnóstico genético del cáncer.

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