Un estudio con más de mil niños con cáncer ha mostrado que el 16% podrían beneficiarse de ajustes en sus tratamientos si se aplicaran pruebas genéticas previas. Los resultados refuerzan la utilidad de incorporar la farmacogenética en oncología pediátrica de forma sistemática.
Tratar a niños con cáncer implica un equilibrio constante entre obtener eficacia terapéutica y que el tratamiento sea tolerado sin efectos secundarios extensos. La exposición prolongada a fármacos, dirigidos contra el cáncer o de soporte, incrementa el riesgo de efectos adversos, muchos de ellos graves. En este contexto, disponer de herramientas que permitan anticipar qué pacientes son más propensos a una respuesta al tratamiento que implique toxicidad o a responder de forma insuficiente es especialmente relevante.
La farmacogenética, que estudia cómo las variaciones genéticas influyen en la respuesta a los medicamentos, ofrece una vía para optimizar el tratamiento desde el primer momento. Una de las estrategias de implementación de la farmacogenética con mayor interés es el cribado farmacogenético preemptivo o anticipado, que consiste en analizar los genes con impacto en la respuesta a fármacos de forma preventiva antes de que el paciente reciba los fármacos. Esto permite anticipar problemas de toxicidad o falta de eficacia y tomar decisiones más seguras. Sin embargo, más allá de ciertos genes, esta estrategia todavía no se aplica de forma generalizada en la práctica clínica pediátrica, .
Recientemente, un equipo del Centro Princesa Máxima de Oncología Pediátrica en Utrecht (Países Bajos) ha evaluado el impacto potencial del cribado farmacéutico anticipado en un amplio grupo de pacientes pediátricos. Su conclusión: un 16% de los niños con cáncer podría haberse beneficiado de una adaptación del tratamiento si se hubiera aplicado una evaluación farmacogenética previa.

El estudio farmacogenético previo podría mejorar la precisión de los tratamientos
El estudio incluyó a 1151 menores tratados por distintos tipos de cáncer entre 2018 y 2023. Los investigadores analizaron el genoma completo de cada paciente y cruzaron estos datos con la información sobre fármacos prescritos durante su tratamiento.
Para el trabajo se seleccionaron 10 genes que influyen en la respuesta a fármacos (ABCG2, CYP2C9, CYP2C19, CYP2D6, CYP3A5, G6PD, TPMT, NUDT15, UGT1A1 y DPYD) y 28 fármacos considerados relevantes en el ámbito oncológico pediátrico, tanto antineoplásicos (como la 6-mercaptopurina y el irinotecán) como medicamentos de soporte (analgésicos, antiepilépticos, psicotrópicos…), según las recomendaciones de los consorcios Clinical Pharmacogenetics Implementation Consortium (CPIC) y el Dutch Pharmacogenetics Working Group (DPWG).
La estrategia de cribado farmacogenético previo al tratamiento permitió identificar a un 92% de los pacientes con alguna alteración genética relevante, y a un 16% con un perfil genético que justificaría una modificación en la dosis o en el fármaco prescrito, de acuerdo con las guías clínicas actuales. Estas recomendaciones afectaban a 227 prescripciones.
En paralelo a los resultados, los investigadores destacan que uno de los principales desafíos en oncología pediátrica es la adaptación de las guías farmacogenéticas, desarrolladas en su mayoría para adultos, al contexto pediátrico. Existen diferencias tanto en las indicaciones clínicas de los medicamentos como en el metabolismo infantil, que varía con la edad y puede influir notablemente en la respuesta al tratamiento. Por ejemplo, la actividad de enzimas como CYP2C9 depende del desarrollo del paciente, lo que dificulta la aplicación directa de recomendaciones basadas en poblaciones adultas. Así pues, es necesario generar evidencias específicas en población pediátrica para asegurar que las decisiones basadas en la farmacogenética sean realmente aplicables y efectivas en oncología pediátrica.
Hacia la implantación de farmacogenética en oncología pediátrica
Los resultados del trabajo apoyan la incorporación sistemática del análisis farmacogenético anticipado en oncología pediátrica. La información genética permitiría ajustar el tratamiento de uno de cada seis niños, con una mayor seguridad y posiblemente, eficacia. Entre los fármacos más frecuentemente implicados se encuentran el alopurinol, la amitriptilina, el tramadol y la 6-mercaptopurina.
Un aspecto relevante del estudio es que en muchos casos los datos genéticos ya estaban disponibles como parte del diagnóstico oncológico, lo que permite reutilizar esta información sin necesidad de pruebas adicionales. Esto hace viable integrar la evaluación farmacogenética previa en los procedimientos clínicos habituales, sin generar retrasos o costes adicionales significativos.
Además, muchos de los medicamentos implicados no son de quimioterapia, sino tratamientos de soporte que ayudan a mitigar los efectos secundarios del tratamiento antineoplásico o mejorar la calidad de vida. La posibilidad de adaptar estos tratamientos al perfil genético del paciente puede resultar especialmente útil en una población pediátrica expuesta a múltiples fármacos a lo largo de un tratamiento largo y complejo.
Aunque todavía existen retos técnicos y logísticos, los autores del estudio recomiendan aplicar esta estrategia de forma generalizada en oncología pediátrica.
Artículo científico:
Bernsen EC, et al. Implementing Pre-Emptive Pharmacogenetics: Impact of Early Pharmacogenetic Screening in a Pediatric Oncology Cohort of 1,151 Subjects. Clin Pharmacol Ther. 2025 May 7. doi: 10.1002/cpt.3685.
Descubre
