Lucía Márquez Martínez, Genética Médica News
“Para mí es la mejor y más efectiva red social para difundir ciencia”, así de contundente se muestra el miembro del CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras), Lluis Montoliu, sobre Twitter, la plataforma de microblogging que cumplió diez años el pasado 21 de marzo. En esta década de vida, además de conseguir 320 millones de usuarios – 11 de ellos en España- Twitter ha logrado hacerse un hueco en el ciberespacio como herramienta de divulgación científica en masa, pero también como vehículo de conversación e intercambio de noticias entre investigadores.
Al menos, así lo creen los responsables de redes sociales Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIFP), “Twitter es un enorme espacio de comunicación al que cada usuario le da un uso determinado según sus intereses. Por suerte, la ciencia interesa a muchos de esos usuarios y gracias a difundirla, cada vez a más”.
De igual modo opinan en el CIBER (@CIBER_ISCIII), donde consideran que esta compañía fundada por Jack Dorsey y con sede en San Francisco (EE UU), permite “llegar directamente a un público al que antes no se tenía acceso. Hay que contribuir a sociabilizar la ciencia y en este sentido Twitter es un gran apoyo”.
“En particular, en el campo de enfermedades raras, creo que Twitter logra conectar fácilmente a investigadores, profesionales clínicos, asociaciones de pacientes, familias e individuos en general, sean afectados o interesados en una determinadas patología o condición genética”, apunta Montoliu, jefe del grupo de investigación de la U756.
Por su parte, Joaquín Dopazo, investigador principal del laboratorio de Genómica de Sistemas del CIPF, no es tan optimista: “Por lo inmediato de su comunicación, es un buen sistema seguir con facilidad las novedades de la ciencia, sin embargo, dado que el usuario elige a quien seguir, es difícil que llegue a aquellos que no estuviesen previamente interesados por la ciencia”.
Brevedad y rigor
Si hay algo que caracteriza y diferencia a esta red social es la brevedad de sus mensajes, limitados a 140 caracteres. Esta circunstancia aporta frescura y vitalidad, pero si abordamos cuestiones científicas, también puede provocar malentendidos o conducir a la frivolización de algunos contenidos. De hecho, incluso se podría plantear si es posible divulgar correctamente con una longitud de texto tan reducida o la simplificación se acaba convirtiendo en una lacra.
Para Montoliu (@LluisMontoliu), es una cuestión “responsabilidad” por parte de los usuarios. “Lo sucinto de los tuits no debería estar reñido con el rigor, que es a lo que debemos aspirar quienes tuiteamos desde el ámbito científico académico”, explica. “Creo que hay que pensar bien los mensajes, ajustar las palabras para que cada una de ellas cumpla su función en la idea que se pretende transmitir. Además, la inclusión de vínculos e imágenes complementa el texto”, añade.
Por su parte, desde el CIPF (@CIPFciencia) señalan que en Twitter “no se transmiten conocimientos en profundidad sino que se expone una información elemental que atraiga a los usuarios a interesarse por el hecho científico que se quiere divulgar”. “Hay que tener muy claro que Twitter no es una herramienta con la que realizar amplios estudios; si esto se tiene presente y uno sabe comunicar una idea en 140 caracteres no cabe posibilidad de frivolizar la información” apuntan en la entidad. “Al final, un tuit no es sino un titular de un contenido mucho más amplio”, sostienen en el CIBER.
Uno de los interrogantes que surgen al hablar de divulgación científica y Twitter hace referencia al posible papel de los investigadores como espontáneos curators en esta red social, ya que, como expertos en su campo, suponen en cierta manera una figura de referencia y autoridad a la hora de valorar y seleccionar los contenidos publicados.
Sin embargo, para profesionales como Montoliu, dicho rol no es el más deseable. “A veces uno lee mensajes faltos de rigor, equivocados o mal explicados y tiene la tentación de saltar a corregir, con el consiguiente riesgo de acabar enzarzado en una cadena de mensajes. En mi caso, me mantengo al margen de estas discusiones y prefiero publicar mensajes en positivo que indiquen mi opinión de un determinado tema, dejando que el resto de usuarios se haga su propia composición de lugar y decidan por si mismos a quién creen que deben dar crédito”, explica.
Dopazo (@xdopazo) por su parte, no cree que el papel de curator esté asentado en la rutina de los tuiteros: “En los campos en los que me muevo hay un pequeño número de investigadores con mucha influencia y un gran número que tuitean ocasionalmente. Creo que si se extiende más el uso entre los científicos sí que se verá un efecto de ‘curación’ más consistente”.
Estar al día de forma sencilla
Desde su nacimiento, Twitter ha estado en continua evolución, incorporando cambios como el uso de la @ para mencionar a otros usuarios, las etiquetas como método para buscar y organizar contenido o el ahora imprescindible botón de retuitear. Estas innovaciones han contribuido a potenciar sus posibilidades como escenario óptimo para la discusión entre expertos, el acceso al conocimiento científico y la lectura colectiva de contenidos. Y es que, a través del microblogging, los investigadores no solamente pueden mantenerse actualizados y dar mayor visibilidad a su investigación, sino también participar en comunidades científicas virtuales o incluso compartir las distintas fases por las que atraviesa su trabajo.
A la hora de establecer las líneas de actuación en las redes sociales, la mayoría de centros combinan tanto la difusión de sus propios trabajos como de otras noticias que puedan resultar interesantes para el resto de usuarios. De esta forma, sus seguidores logran tener a su alcance una gran cantidad de información en muy poco tiempo, algo que les sería imposible asimilar de otra manera, por ejemplo, consultando publicaciones tradicionales.
La interacción directa con los seguidores es también un factor clave, ya que pueden responder a sus consultas rápidamente y conocer qué cuestiones les resultan más útiles o interesantes. Por ello, en los últimos tiempos las instituciones científicas más importantes han dedicado una gran energía a potenciar sus redes sociales como elemento clave en su política de comunicación.
El CIPF considera que las investigaciones que lleva a cabo “son información prioritaria a difundir ya que se trata de estudios biomédicos de relevancia para la sociedad”. “También divulgamos proyectos de otros centros que resultan igualmente importantes y damos cabida a la participación ciudadana con información sobre seminarios, conferencias, actividades o congresos a los que pueden acudir. Para nosotros es muy importante que las personas sientan la Ciencia como algo de todos, por todos y para todos”, comentan sus responsables de Comunicación.
El mismo camino siguen los responsables del CIBERER (@CIBERER). “Habitualmente mostramos los resultados de las investigaciones por considerarlos de interés social y más en el campo de las Enfermedades Raras donde hay tanta necesidad de información. Investigamos con fondos públicos y es justo devolver a la sociedad lo que es de la sociedad”, apuntan. “También difundimos convocatorias y agenda de eventos, puesto que parte de nuestros seguidores en twitter son investigadores”.
De hecho, Twitter brinda a los investigadores la posibilidad de estar al día de las últimas novedades en su campo de una forma cómoda y sencilla. Según un estudio realizado por Nature en 2014, cerca del 50% de los científicos que usan Twitter de forma regular lo emplean para seguir conversaciones o debates sobre su disciplina y un 40% de estos tuiteros habituales lo consideran un medio para poder comentar los avances propios o de otros compañeros.
Inmediatez vs. Saturación
La inmediatez de esta red social es la principal ventaja que destacan tanto instituciones como investigadores. También su gran alcance social. “Es la red social más rápida para comentar eventos en directo y para diseminar anuncios de iniciativas, resultados o ideas”, apunta Montoliu. “Si uno elige inteligentemente a quién seguir es como leer los titulares de todo aquello importante que ocurre en tu especialidad”, añade Dopazo.
Entre las desventajas más relevantes de Twiter, desde el CIBER señalan “la saturación de la información a la que todos estamos sometidos hoy en día”, mientras que el CIPF apunta al “uso incorrecto que ciertos usuarios puedan hacer de la herramienta”. Por su parte, Montoliu destaca la brevedad de sus mensajes, que, en su opinión exige “una necesaria y oportuna reflexión de lo que se escribe antes de lanzarlo. Si no, Twitter puede convertirse rápidamente en una plaza pública donde predomina el griterío y el ruido”.
Para Dopazo el problema principal es “la imposibilidad de abarcar todo lo que a uno le gustaría seguir y lo complicado que resulta a veces trazar la línea entre recibir lo que uno quiere saber y recibir una inmanejable riada información”. De nuevo, la saturación surge como amenaza.
Dada la audiencia potencial que se encuentra en Twitter y la posibilidad de llegar a millones de individuos, esta red social se presenta también como un método nuevo para que los jóvenes científicos promocionen su trabajo, aumenten su visibilidad y establezcan un red de contactos estable, amplia, transversal y de calidad. Sin embargo, existe cierta controversia al respecto. “La difusión es una parte crucial en la carrera del científico, aunque exista una corriente de pensamiento anticuada que mantenga posiciones un tanto remisas a difundir fuera de canales ortodoxos como revistas y congresos”, sugiere Dopazo.
“Obviamente, hay que difundir contenido e calidad o entramos en el terreno de los vendedores de humo. Para ello, resulta de utilidad el índice Kadashian (https://en.wikipedia.org/wiki/Kardashian_Index) que mide la relación en de la cantidad de difusión que hace un científico y la calidad de lo que difunde” añade.
“En mi caso mi interés en twitter es para difundir los eventos o los resultados en los que participamos y colaboramos, y/o para comentar otros resultados e ideas científicas que van apareciendo en el campo. Es indudable que la participación en twitter es parte de la ‘marca personal’ de cada uno, pero en mi caso no lo uso con objeto de promocionar mi carrera profesional, sino para diseminar las ideas o eventos que creo pueden ser interesantes a otras personas”, comenta Montoliu.
A menudo en las redes sociales la frontera entre lo público y lo privado se diluye con facilidad. En este sentido, cabe preguntarse si es positivo para los investigadores compartir en sus perfiles asuntos tanto profesionales como personales o si, por el contrario, les resultaría más conveniente ceñirse únicamente a cuestiones científicas. “Me parece que cada uno debe tomar su propia decisión. Lo interesante de Twitter es que tiene un rápido efecto autorregulador. Si un investigador con opiniones interesantes inunda su cuenta con aburridas fotos familiares de sus barbacoas familiares rápidamente perderá seguidores”, explica Dopazo.
“Yo tengo una sola cuenta de twitter, que uso, fundamentalmente para temas científicos, pero en la que también manifiesto mi visión sobre otros temas o comparto cuestiones personales que puedan ser de interés para terceros”, señala Montoliu. “Los científicos somos también miembros de esta sociedad y, como tales, tenemos nuestras opiniones políticas, sociales, culturales, etc… Creo que es bueno que las manifestemos. Esto nos acerca al resto de la ciudadanía. No podemos quedar impasibles a lo que ocurre fuera de nuestra burbuja científica”, subraya el investigador del CIBERER.