Las abejas antisociales comparten genes con el autismo

Sara Torres Esquius

Vall d’Hebron Instituto de Oncologia (VHIO)

 

Algunas abejas no responden a los estímulos sociales. Investigadores de la Universidad de Illinois (EE.UU.) han logrado identificarlas y han demostrado el parecido entre su perfil genético y el asociado al autismo. Su trabajo demuestra cómo la evolución puede usar vías moleculares muy parecidas en organismos muy distintos.

 

abejas antisociales
Las abejas que no responden a los estímulos sociales comparten perfiles genéticos con personas con trastornos del espectro autista. Imagen: Julie McMahon.

 

Todos conocemos a las abejas melíferas, aparte de por producir el dulce y viscoso fluido que acompaña muchos de nuestros desayunos, por su ordenada vida social. Son trabajadoras y cumplidoras, construyen la colmena, producen miel y jalea, y protegen a su reina. Sin embargo, algunas abejas no siguen estas normas, no responden a los estímulos sociales, y no interaccionan con sus compañeras. Un reciente estudio revela que estas abejas “antisociales” tienen un perfil genético similar a los trastornos del espectro autista (TEA), los cuales también se asocian con dificultades en la integración social.

A pesar de que los circuitos neuronales de abejas y humanos funcionan de manera muy distinta, algunos mecanismos moleculares son muy parecidos. El estudio demuestra la herencia compartida entre diferentes especies y ofrece pistas sobre la evolución del comportamiento social en el mundo animal gracias a la comparativa genómica. Los resultados demuestran la conservación de los genes implicados en los TEA humanos y cómo están asociados a los genes de respuesta social en abejas.

Guardianas, nodrizas e indiferentes

Gene Robinson, director del Carl R. Woese Institute for Genomic Biology de la Universidad de Illinois (EE.UU.) y líder del proyecto, explica en EurekAlert: “Dentro de una misma colmena unas abejas son más activas que otras, pueden tener diferentes roles y no todas actúan como guardianas.” No obstante, cuando observaron que algunas abejas ni se inmutaban en presencia de una larva de abeja reina, se dieron cuenta que algo raro estaba pasando. Es normal que unas abejas respondan a unos estímulos más que a otras, pero no era normal que hubiera abejas que no respondieran a ningún tipo de estímulo.

Los investigadores realizaron dos tipos de experimentos para analizar la reacción individual a diferentes situaciones. En el primero introdujeron una abeja externa al grupo. Las abejas con instinto “guardián” respondieron acorralando a la extraña, incluso dañándola. En el segundo test, introdujeron una larva reina inmadura, esto despertó los instintos de las abejas nodrizas que empezaron a alimentar a la larva.

Testaron 246 individuos, de siete colonias distintas, en grupos de 10. La mayoría respondieron al menos a una de las situaciones, pero un 14% permanecieron impávidas frente a ambos estímulos. Seguidamente, analizaron los niveles de expresión en sus cerebros, y encontraron más de 1.000 genes que estaban regulados de manera distinta entre abejas guardianas, nodrizas e “indiferentes”. Estas diferencias no se esperaban debido a sus haplotipos parecidos y a la inseminación artificial.

A continuación, compararon estos genes con los genes implicados en varias enfermedades mentales, como la esquizofrenia, la depresión, o el trastorno del espectro autista (TEA). De este modo, encontraron una gran coincidencia entre los genes activados en las abejas indiferentes y los genes asociados al autismo, pero ninguna correlación con los genes asociados a las otras condiciones.

Se desconoce si estos genes provienen de un ancestro común entre abejas y humanos o han aparecido por mecanismos de evolución convergente – mecanismos evolutivos independientes a partir de ancestros diferentes y procesos de desarrollo distintos. Pero, como Robinson concluye en su entrevista para EurekAlert, “lo emocionante de este estudio es que parece que hay un núcleo de similitud entre nosotros y las abejas, una herencia animal común que podría conducir a un comportamiento social similar.”

Una vez más, la genómica comparativa ha demostrado ser una herramienta clave para determinar de manera rigurosa si los comportamientos similares entre humanos e especies distantes a nosotros reflejan mecanismos moleculares parecidos.

Referencia: Shpigler HY et al. Deep evolutionary conservation of autism-related genes. Proc Natl Acad Sci U S A. 2017 Jul 31. pii: 201708127. doi: 10.1073/pnas.1708127114.

Fuente: Study finds parallels between unresponsive honey bees, human autism. https://www.eurekalert.org/pub_releases/2017-07/uoia-sfp072817.php

 

 

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