“Bienestar científico”: nuevo concepto aplicado a la salud

Amparo Tolosa, Genética Médica News

 

Cada persona es una nube de datos biológicos: información genómica, metabolitos, proteínas, composición del microbioma… Algunos de ellos, como los metabolitos de la sangre, pueden reflejar procesos subyacentes temporales e informan sobre el estado de salud en un momento concreto. Otros, como la secuencia de ADN, varían poco a lo largo de la vida y aunque también proporcionan información crítica sobre la salud, no suelen variar en situaciones patológicas (con excepción de condiciones como el cáncer).

El conjunto de todos los datos biológicos conforma un perfil propio y exclusivo de cada persona. Si supiéramos cómo cada uno de ellos, o su interacción con los demás, afectan a la salud y dispusiéramos de la suficiente capacidad para analizar la nube de datos, podríamos potencialmente conocer el estado de salud de la persona y establecer las medidas necesarias para optimizarlo. Esta es la idea en la que se basa el proyecto 100 Wellness Project, cuyos resultados preliminares han sido recientemente publicados en la revista Nature Biotechnology y sugieren que la obtención continua de datos biológicos personales puede mejorar el conocimiento de la salud y las enfermedades.

En el trabajo, los investigadores recopilaron todo tipo de datos personales de 108 participantes: obtuvieron el genoma y durante un periodo de nueve meses, en tres momentos diferentes, hicieron pruebas bioquímicas de orina y sangre, metaboloma, proteoma y microbioma. Además, a partir de diferentes dispositivos digitales recogieron información sobre la actividad de cada participante.

 

bienestar científico
El concepto de “bienestar científico” combina el estudio del genoma, con la obtención de diversos datos bioquímicos, microbiológicos y el asesoramiento a los participantes.

 

Los objetivos del estudio incluían: establecer procedimientos para generar almacenar y analizar múltiples datos relativos a la salud, en combinación con información genómica; desarrollar y utilizar herramientas analíticas para integrar los diferentes tipos de información y establecer posibles acciones; identificar patrones de datos relativos a la salud que correlacionen con el bienestar o transición entre bienestar y enfermedad y aprender cómo trabajar en la integración de esta información con las reacciones de los participantes.

En el caso de la información genética, los investigadores calcularon los riesgos genéticos a tener enfermedades a partir de datos de estudios de asociación del genoma completo y correlacionaron la predisposición con los metabolitos encontrados en sangre. A partir de toda la información obtenida, el equipo generó un mapa de interacciones para cada participante que permitió establecer relaciones entre los datos y diferentes características fisiológicas.

Para ayudar a los participantes a procesar la información, el proyecto incluyó consultas periódicas con asesores que les presentaran las posibles acciones a seguir en función de los datos obtenidos. Así, cada participante se reunió con un especialista que, asesorado por el responsable médico del estudio,  le sugería recomendaciones de estilo de vida para modificar los niveles de biomarcadores o contrarrestrar la predisposición genética a ciertas condiciones. Las consultas para comentar los resultados de los participantes se centraron en cuatro aspectos diferentes: salud cardiovascular, diabetes, inflamación y nutrición. Y las recomendaciones realizadas por los asesores  estaban relacionadas principalmente con la dieta, el ejercicio, manejo del estrés, suplementos dietéticos o la asistencia médica según las necesidades de cada persona.

Los investigadores responsables del proyecto denominan “Bienestar científico” a este nuevo concepto de medicina de precisión aplicada a la optimización del bienestar individual, que combina el estudio del genoma, con la obtención de diversos datos bioquímicos, microbiológicos y el asesoramiento a los participantes.

“Evaluar los determinantes genéticos y ambientales de la salud, y sus interacciones nos lleva un paso significativo hacia adelante en el descifrado de la complejidad inmensa de la biología humana y la enfermedad,” señala Nathan Price, director asociado y profesor en el Instituto de Biología de Sistemas, uno de los centros implicados en el trabajo. “Con el tiempo, esto nos permitirá identificar las transiciones más tempranas desde el bienestar a la enfermedad, lo que es clave para el cuidado preventivo y predictivo del individuo.”

 

La idea de “Bienestar científico” ha dividido a los investigadores entre aquellos que creen que es una ventana al futuro y aquellos que consideran que la información que proporcionan no es tan relevante y todavía es demasiado pronto. Imagen: Institute for Systems Biology.

 

La idea de “Bienestar científico” ha dividido a los investigadores entre aquellos que creen que es una ventana al futuro y aquellos que consideran que la información que proporcionan no es tan relevante y todavía es demasiado pronto para que el beneficio obtenido compense los elevados precios de este servicio.

Por ejemplo, Leroy Hood, presidente y fundador del Instituto de Biología de Sistemas defiende la utilidad del Bienestar Científico como una herramienta que permite a las personas mejorar su salud y bienestar, por medio de la obtención de aquellos datos necesarios para optimizar su bienestar y evitar o retrasar la transición a ciertos estados patológicos. Hood ha reiterado que el Bienestar científico está aquí para quedarse y que será clave para transformar la práctica del cuidado personal.

Igualmente, Gil Omen, director del Centro de Medicina Computacional de la Universidad de Michigan y del Proyecto Proteoma humano resalta que el 100 Wellness Project impulsa la participación de cada persona para obtener su información genética, metabólica con el objetivo de tomar decisiones informadas destinadas a mejorar su salud.

Por otra parte, algunos investigadores muestran reservas sobre la justificación de gastar elevadas sumas de dinero en la obtención de gran cantidad de datos personales. “Todas estas pruebas cuestan mucho dinero y no está claro que obtenemos de ellas,” ha comentado a Science Atul Buttel , director del Instituto de Ciencias de la Salud Computacionales de la Universidad de California San Francisco, quien también reconoce que los resultados del estudio no son tan destacables.

“Cuando ves un estudio como este es emocionante,”  ha manifestado Jonathan Berg, investigador de la Universidad de Carolina del  Norte a la revista Science. “Pero cuando lo asocias a las empresas que lo ofrecen como un servicio es cuando empezamos a tener problemas. No tenemos ninguna idea de cómo debería utilizarse esta información en clínica.”

Los servicios ofrecidos por Arivale, empresa cofundada por los investigadores responsables del trabajo, que se encarga de comercializar el producto, no son médicos o clínicos. Jennifer Lovejoy, directora del departamento de ciencia traslacional de Arivale señala que la empresa actúa como un puente hacía la comunidad médica, encargándose de obtener y analizar los datos, para que después los entrenadores personales especializados hagan recomendaciones de salud a los usuarios. Puesto que no diagnostican o tratan a los consumidores, no han solicitado ningún tipo de permiso a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).

Investigación original: Price ND, et al. A wellness study of 108 individuals using personal, dense, dynamic data clouds. Nat Biotechnol. 2017 Jul 17. doi: http://dx.doi.org/10.1038/nbt.3870

Fuentes:

Institute for Systems Biology and Arivale “Pioneer 100 Study” Establishes Foundation for New Industry of Scientific Wellness. https://www.systemsbiology.org/news/2017/07/17/pioneer-100-study/

Cross R. Scientific wellness’ study—and a famed biologist’s spinoff company—divide researchers. Science. 2017. Doi: http://dx.doi.org/10.1126/science.aan7123

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat