La identificación de una variante asociada a la necesidad de menos horas de sueño revela nuevas claves sobre la función del sueño con aplicaciones terapéuticas.
Dormir es una función fisiológica esencial para la salud. La mayoría de las personas adultas necesita entre siete y ocho horas de sueño al día para funcionar correctamente. Sin embargo, existen excepciones. Algunas pueden dormir entre cuatro y seis horas sin manifestar las consecuencias típicas de la privación de sueño, como fatiga o alteraciones metabólicas y cognitivas.
La variación genética de cada persona puede influir en las horas de sueño que necesita. Hasta el momento, diferentes estudios han identificado cuatro genes relacionados con tener el sueño corto de forma natural: DEC2, ADRB1, NPSR1 y GRM1. El estudio de estos genes ha mejorado la comprensión del sueño en humanos, y puede abrir nuevas vías para el tratamiento de los trastornos del sueño.
Recientemente, investigadores de la Universidad de California en San Francisco y de la Academia China de Ciencia han identificado un nuevo gen de interés. Gracias al análisis del genoma de una mujer de más de 70 años que afirmaba dormir muy poco, el equipo ha detectado una variante genética rara en el gen SIK3, que contribuye a reducir la necesidad de sueño sin efectos negativos aparentes.

SIK3, un gen regulador clave del sueño
El gen SIK3 codifica una enzima implicada en la regulación de la fosforilación de proteínas, especialmente en neuronas. Está implicado en la modulación de diferentes rutas de señalización intracelular y en procesos celulares como la transcripción génica y la homeostasis sináptica.
Estudios previos en ratón habían señalado al gen como un regulador del sueño y habían concluido que alteraciones en su actividad tenían una repercusión sobre la duración y profundidad del sueño. Mutaciones de ganancia de función aumentan la necesidad de sueño, mientras que aquellas que reducen su actividad se asocian a un menor tiempo de sueño. Sin embargo, se desconocía si estos resultados podían trasladarse a humanos. El nuevo estudio aporta la primera evidencia directa de la implicación de SIK3 en la duración del sueño en humanos.
De una mujer con sueño corto a identificar un gen relacionado con la regulación del sueño
El equipo de Ying-Hui Fu de la Universidad de California San Francisco lleva décadas trabajando en la identificación de genes relacionados con la duración del sueño.
En esta ocasión, en colaboración con investigadores de diversas instituciones chinas el equipo analizó el genoma de una mujer de más de 70 años que afirmaba dormir apenas tres horas por noche sin experimentar fatiga.
Los registros de actividad indicaron que en realidad, la mujer dormía más de lo que estimaba: una media de 6,3 horas. No obstante, seguía estando significativamente por debajo de la media poblacional. Tras analizar su genoma los investigadores detectaron una mutación poco frecuente en el gen SIK3, que modifica el aminoácido asparagina en la posición 783 de la proteína por una tirosina (N783Y).
Para comprobar el efecto funcional de esta mutación, el equipo desarrolló un modelo de ratón con la misma variante genética y encontró que los ratones homocigotos Sik3-N783Y dormían aproximadamente 32 minutos menos que sus homólogos sin la mutación. Además, estos ratones presentaban características indicadoras de una recuperación eficiente del sueño.
A nivel molecular, la mutación se asoció con una reducción en la actividad quinasa de SIK3 y alteraciones en la fosforilación de proteínas sinápticas importantes para la regulación del ciclo sueño-vigilia. Estos resultados son compatibles con los obtenidos en estudios previos en ratón.
Nuevas claves sobre la función del sueño con aplicaciones terapéuticas
Los resultados del estudio confirman el papel del gen SIK3 como regulador de la duración del sueño, también en humanos. En combinación con los estudios de los otros genes implicados en sueño corto, el trabajo también plantea que la calidad y cantidad del sueño está relacionada con la regulación de las sinapsis y algunas personas pueden tener una eficiencia del sueño superior, al realizar las funciones reparadoras del descanso en menos tiempo.
“Estos hallazgos mejoran nuestra comprensión de los fundamentos genéticos del sueño, ponen de relieve las implicaciones más amplias de la actividad quinasa en la regulación del sueño en todas las especies, y proporcionan un mayor apoyo a las posibles estrategias terapéuticas para mejorar la eficiencia del sueño”, concluyen los investigadores.
En paralelo, el estudio apunta a SIK3 como posible diana terapéutica para tratar trastornos del sueño. Los investigadores destacan que el trabajo ha identificado regiones conservadas del gen que podrían regular de forma bidireccional su actividad, lo que podría ser útil en el diseño de fármacos.
En el futuro, el análisis de más individuos con sueño corto de forma natural y la identificación de nuevas variantes en genes relacionados permitirá completar el mapa genético de la regulación del sueño y avanzar en el diseño de intervenciones personalizadas.
Referencia científica: Chen H, et al. The SIK3-N783Y mutation is associated with the human natural short sleep trait. Proc Natl Acad Sci U S A. 2025 May 13;122(19):e2500356122. doi: https://doi.org/10.1073/pnas.2500356122
