La vida sana reduce el riesgo genético a tener un ataque al corazón

Amparo Tolosa, Genética Médica News

 

A menudo se considera que lo que marcan los genes es inapelable y no se puede escapar de su control. Imagen: Thierry Ehrmann (CC BY 2.0, https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/).
A menudo se considera que lo que marcan los genes es inapelable y no se puede escapar de su control. Imagen: Thierry Ehrmann (CC BY 2.0, https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/).

“Portador de variantes genéticas que confieren un elevado riesgo a tener un ataque al corazón”: recibir esta información tras un análisis genético puede suponer una sentencia para cualquiera. A menudo consideramos que lo que marcan los genes es inapelable y no se puede escapar a su control. Sin embargo, no siempre es así. Algunas condiciones están fuertemente influenciadas por el ambiente y en estos casos heredar una composición genética desfavorable no necesariamente constituye un billete de ida hacia un estado de salud adverso.

Por ejemplo, un reciente estudio del New England Journal of Medicine acaba de revelar que un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo genético a sufrir un ataque al corazón hasta casi la mitad.

Comer sano, hacer ejercicio, no fumar y mantener el peso adecuado son las claves principales para llevar una vida sana. Las personas con este estilo de vida saludable muestran menores tasas de problemas cardiovasculares. Sin embargo, hasta el momento no se había evaluado si esta receta de hábitos beneficiosos para la salud era también capaz de prevenir o atenuar el peso de la predisposición genética a las enfermedades cardiovasculares.

En el estudio, los investigadores combinaron la información genética y clínica de más de 55.000 personas, participantes  en cuatro grandes estudios internacionales, con diversos datos correspondientes a su estilo de vida.

En primer lugar, a partir de la información proporcionada por 50 polimorfismos genéticos asociados previamente a los problemas cardiovasculares, el equipo calculó el riesgo genético de cada uno de los participantes a este tipo de enfermedades. Este riesgo podía ser alto, intermedio o bajo.

A continuación, consideraron cuatro factores representativos de la vida sana (no fumar, no estar obeso, realizar actividad física al menos una vez a la semana y llevar una dieta saludable) y determinaron para cada persona si su estilo de vida era favorable (considerando como tal la presencia de tres de los factores), intermedio (dos factores) o desfavorable (uno o ninguno de los factores).

Por último, cruzaron esta información con el número de eventos de enfermedad coronaria (infartos de miocardio, intervenciones quirúrgicas para desviar la sangre como consecuencia de la obstrucción de las arterias coronarias o muertes por causas coronarias) producidos en las personas participantes.

Los investigadores observaron que, como se esperaba, en el grupo de personas con riesgo genético elevado se había producido un mayor número de eventos coronarios que en el grupo de las personas con bajo riesgo genético. Paralelamente, las personas con estilos de vida poco saludables presentaban mayor hipertensión y diabetes. Además,  su riesgo a sufrir un evento coronario era mayor.

Al combinar la información genética con la del estilo de vida, los resultados muestran que independientemente del riesgo genético, el estilo de vida es un fuerte agente predictor de la ocurrencia de eventos coronarios adversos.  Dentro de cada grupo de riesgo genético, aquellas personas con un estilo de vida más saludable tenían de media un riesgo mucho más bajo a tener un ataque al corazón y otras condiciones asociadas. Casi un 50% en aquellas personas con un riesgo genético elevado.

 

Los resultados del trabajo muestran que llevar un estilo de vida saludable reduce el riesgo genético a sufrir enfermedades coronarias. Imagen: Medigene Press SL.
Los resultados del trabajo muestran que llevar un estilo de vida saludable reduce el riesgo genético a sufrir enfermedades coronarias. Imagen: Medigene Press SL.

 

Los resultados, señalan los autores, indican que tanto la variación genética del ADN heredada de los padres como el estilo de vida contribuyen de forma independiente a la predisposición a tener una enfermedad coronaria.

“El mensaje básico de nuestro estudio es que el ADN no es el destino,” señala Sekar Kathiresan, director del Centro de Investigación en Genética Humana del Hospital General de Massachusetts e investigador principal del trabajo. “Muchas personas, tanto médicos como miembros del público general, han considerado el riesgo genético como inevitable, pero para los ataques al corazón no parece ser el caso“.

El riesgo genético  a tener sufrir un ataque al corazón no es el único que puede verse modificado a través de los hábitos de vida. Recientemente, un estudio con participación española encontraba que disminuir la cantidad de grasas de origen animal  permitía reducir el riesgo a desarrollar diabetes en aquellas personas con susceptibilidad genética a la enfermedad.

Identificar este tipo de relaciones en las que determinados factores ambientales o hábitos de vida reducen el riesgo genético a desarrollar ciertas enfermedades o condiciones es un importante reto para la medicina preventiva.  Además, en muchos casos, como el del estilo saludable de vida, las recomendaciones pueden ser válidas para cualquier persona, aunque se ponga especial énfasis en las poblaciones de riesgo.

“Algunas personas pueden sentir que no pueden escapar a un riesgo genético a tener un ataque al corazón, pero nuestros resultados indican que seguir un estilo de vida saludable puede reducir poderosamente el riesgo genético,” manifiesta Kathiresan. “Ahora necesitamos investigar si algunos factores de estilo de vida específicos tienen más impacto y llevar a cabo estudios en poblaciones más diversas, ya que la mayoría de estos participantes son blancos.”

Ahora que sabemos que llevar un estilo de vida saludable reduce el riesgo genético a sufrir enfermedades coronarias, la sentencia de riesgo genético elevado no parece tan grave. No obstante, conviene recordar dos cosas. La primera es que reducir el riesgo genético a tener una enfermedad coronaria exige un cambio de hábitos en aquellas personas que siguen un estilo vida no saludable, por lo que será necesario informar adecuadamente a estas personas de que no están absolutamente determinadas por su riesgo genético y diseñar estrategias para motivar el cambio. La segunda es que, aunque el estilo de vida pueda reducirlo, sigue existiendo un riesgo. Por tanto, en este caso, quizás no sea posible escapar completamente a nuestros genes, pero sí, en cierto modo, mantenerlos a raya.

Investigación original:  Khera AV, et al. Genetic Risk, Adherence to a Healthy Lifestyle, and Coronary Disease. NEJM. 2016. Doi: http://dx.doi.org/10.1056/NEJMoa1605086

Fuente: Study finds following a healthy lifestyle can greatly reduce genetic heart attack risk. https://www.eurekalert.org/pub_releases/2016-11/mgh-sff111016.php

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