Aunque individualmente se considera que una enfermedad rara es aquella que afecta a menos de cinco personas de cada 10.000, globalmente, las enfermedades raras afectan aproximadamente a un 8% de la población, lo que supone millones de personas en todo el mundo. En muchos casos se conoce el carácter hereditario de estas enfermedades – se ha estimado que existen al menos 7.000 – pero las bases genéticas, qué genes intervienen, sigue siendo un misterio para una gran parte.
Aprovechando el 28 de Febrero, Día Internacional de las Enfermedades Raras, entrevistamos al Dr. Rubén Artero, profesor y director del Grupo de Investigación de Genómica Traslacional en el Departamento de Genética de la Universitat de València y el Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, centrado en el descubrimiento de herramientas de diagnóstico y tratamientos innovadores para las enfermedades genéticas humanas.
¿En qué líneas de trabajo trabaja actualmente su grupo de investigación?
Estamos actualmente trabajando en distrofia miotónica y en atrofia muscular espinal. En ambos casos nuestra aproximación es muy traslacional siendo el foco principal el descubrimiento de moléculas con potencial como fármacos para el tratamiento de las mismas. En distrofia miotónica trabajamos con una aproximación “clásica” (moléculas pequeñas) y con una más innovadora basada en ARNs terapéuticos.
¿Qué aproximaciones o animales modelo utilizan en su laboratorio?
Utilizamos la tríada Drosophila-ratón-modelo celular, de modo que las observaciones realizadas con el insecto se confirman en mamíferos, bien en ratones o en modelos celulares de las enfermedades.
¿Qué ventajas ofrece Drosophila en investigación o en la búsqueda de medicamentos para las enfermedades raras?
A pesar de las evidentes diferencias anatómicas y fisiológicas con un ser humano, el funcionamiento de un insecto es sorprendentemente similar al de un mamífero en sus aspectos moleculares fundamentales. Por ejemplo la ultrafiltración en los nefrocitos de la mosca y en nuestro riñón utiliza proteínas homólogas y Drosophila presenta una barrera hematoencefálica que, como la nuestra, mantiene activamente el sistema nervioso central libre de compuestos foráneos. Esto, junto con sus bajos costes de mantenimiento y corto tiempo de generación, la hacen particularmente apropiada para realizar rastreos a gran escala de compuestos in vivo.
¿Qué dificultades o limitaciones se encuentran al intentar trasladar los resultados obtenidos en modelos a su utilización en pacientes?
El descubrimiento de fármacos es un proceso extraordinariamente complejo no sólo desde el punto de vista científico, por su carácter multidisciplinar, sino por sus costes y la gestión de la propiedad intelectual y de la cadena de valor comercial de los descubrimientos. Simplificando, los descubrimientos de un laboratorio académico sólo tendrán expectativas de traslación a la clínica si existen empresas biotecnológicas intermedias que desarrollen esos descubrimientos hasta un punto interesante para la gran industria. Y ese interés sólo se puede descartar si los descubrimientos están protegidos por patentes.
¿Qué tiempos se manejan desde la identificación de un fármaco potencial para una enfermedad y su utilización en pacientes?
Los tiempos para un medicamento nuevo son largos pero recientemente nos hemos interesado por la posibilidad de reposicionar medicamentos ya conocidos para indicaciones nuevas y en ese caso un horizonte temporal de unos pocos años es razonable.
En los últimos años ha aumentado significativamente la visibilidad de las enfermedades raras en la sociedad, en gran medida debido al intenso esfuerzo llevado a cabo por parte de fundaciones y organizaciones de pacientes y familiares. Ahora bien, ¿Existe suficiente apoyo por parte del Gobierno para llevar a cabo investigación en enfermedades raras?
Aunque el esfuerzo en I+D del Gobierno es manifiestamente mejorable, el principal cuello de botella de la investigación traslacional española está en la escasez de laboratorios biofarmacéuticos a los que transferir, o con los que colaborar, en el desarrollo de los descubrimientos realizados en el mundo académico. Dicho de otra forma, no necesitamos descubrir más si los descubrimientos que ya se realizan no se desarrollan en servicios y/o terapias para los pacientes. Entonces, en paralelo con el esfuerzo por promover la investigación básica, debe ir la consolidación de un sector biotecnológico saneado y con capacidad de movilizar inversión privada.
Tradicionalmente se considera que en otros países como EE.UU. existe una mayor filantropía o mecenazgo en la investigación que en España. Algunos ejemplos son el matrimonio Gates o la fundación Michael J. Fox. ¿Hasta qué punto está esto extendido en Europa o España?
En España el mecenazgo es casi inexistente y se echa de menos cierta implicación de las grandes fortunas del país en la innovación y el desarrollo como apuesta de futuro. Como muestra, en el sector farmacéutico nuestra dependencia del exterior es similar a la dependencia del petróleo ya que la mayoría de los 16.000 millones de euros de gasto farmacéutico anuales van al exterior. Si no conseguimos mejorar esta situación, la llegada de tratamientos mejores, pero más caros, puede verse seriamente perjudicada tal como ya ha ocurrido con los tratamientos para la hepatitis C y algunos antitumorales.
Su grupo de investigación colabora con la empresa VLT Biopharma. ¿Qué beneficios aporta este tipo de colaboraciones entre laboratorios académicos y empresas biotecnológicas?
La relación entre un laboratorio académico y la industria es muy gratificante porque aporta una visión más práctica y aplicada en el día a día. Además ofrece nuevas posibilidades de financiación y colaboraciones y una salida natural para los descubrimientos realizados.
Sin duda también trabajan con hospitales y profesionales médicos. Así, para el avance en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades raras ¿Podríamos hablar de una triada formada por los investigadores, las empresas biotecnológicas y los profesionales médicos que tratan a los pacientes?
Sin duda. Es importante la visión de cada uno. Los profesionales médicos nos recuerdan constantemente cual es el objetivo final de las investigaciones en el laboratorio y las empresas biotecnológicas son el vehículo para llegar al objetivo de aportar nuevos servicios, productos o terapias para los pacientes.
Por último, el eje central de toda investigación sobre una enfermedad rara es el paciente. ¿Cómo es la relación entre los investigadores y las familias afectadas?
El contacto directo con los pacientes es un aliciente en nuestra investigación diaria y nuestra relación con las asociaciones de pacientes es fluida y de apoyo mutuo. En este sentido hay que destacar el esfuerzo que diariamente realizan asociaciones y fundaciones de pacientes para financiar con fondos propios una fracción importante de la investigación en enfermedades raras que se realiza en el país.