Desde su desarrollo en el organismo, el cáncer está en continua evolución, lo que provoca que los tratamientos para los pacientes tengan que ser revisados y adaptados de forma constante. Las células tumorales circulantes son células procedentes de tumores sólidos, que se desprenden de estos y terminan en la circulación sanguínea. Aunque se presentan en muy pequeña cantidad, estas células proporcionan una imagen en tiempo real del estado del tumor, que puede ser utilizada para identificar las mutaciones que han tenido lugar desde el inicio del cáncer o para determinar qué tratamiento farmacológico es el más adecuado.
Un reciente estudio, dirigido por el Massachussets General Hospital Cancer Center de la Universidad de Harvard, EEUU, demuestra que las células tumorales circulantes en sangre pueden ser capturadas y cultivadas para establecer líneas celulares con las que llevar a cabo test genéticos y rastreos farmacológicos.
El trabajo constituye la prueba de concepto del CTC-iChip (CTC, de célula tumoral circulante) desarrollado por el mismo equipo, que consiste en una plataforma basada en microfluidos que retiene, según las moléculas de reconocimiento especificadas, a las células tumorales circulantes y deja pasar al resto de células de la sangre.
Los investigadores optimizaron el protocolo hasta poder no sólo aislar sino también cultivar las células tumorales circulantes de pacientes con cáncer de pecho del tipo positivo para el receptor de estrógenos. Las células cultivadas, compartían rasgos con las células circulantes purificadas, por lo que podían ser utilizadas para realizar diferentes análisis, con la ventaja de tener mucha más cantidad disponible que la purificada directamente de la sangre.
Teniendo material suficiente para llevar a cabo múltiples análisis, en primer lugar los investigadores rastrearon la presencia de mutaciones en un panel de 1000 genes relacionados con el cáncer, y detectaron tanto mutaciones ya existentes en el gen PIK3CA (phosphatidylinositol-4,5-bisphosphate 3-kinase, catalytic subunit alpha), como mutaciones recientes en PIK3CA, el gen del receptor de estrógenos (ESR1), y el gen codificante del receptor del factor de crecimiento de fibroblastos (FGFR2), entre otros genes. Para comprobar que las mutaciones no habían sido adquiridas durante el establecimiento del cultivo, se usaron controles consistentes en líneas celulares obtenidas de células tumorales circulantes extraídas en tres momentos diferentes de un mismo paciente.
Por último, el equipo testó la sensibilidad a diferentes combinaciones de fármacos en las líneas celulares obtenidas de células tumorales circulantes e identificaron combinaciones que inhibían el tanto el crecimiento de las líneas celulares como el de los tumores inducidos por su inoculación en modelos de ratón.
Como reconoce Shyamala Maheswaran, uno de los autores del artículo, la capacidad de cultivar células tumorales circulantes, llevar a cabo un análisis exhaustivo de las nuevas mutaciones, determinar cuáles pueden ser utilizadas como diana e identificar las combinaciones de fármacos más efectivas, tiene un elevado potencial para desarrollar estrategias terapéuticas verdaderamente individualizadas. De ese modo, los tratamientos derivados dependerían de la evolución del tumor en cada paciente. En la actualidad, el método se encuentra todavía fase de investigación, sin embargo los autores confían que con tras su optimización pueda estar disponible en la práctica clínica en unos años.
Referencia: Yu M et al. Cancer therapy. Ex vivo culture of circulating breast tumor cells for individualized testing of drug susceptibility. Science. 2014 Jul 11;345(6193):216-20. doi: 10.1126/science.1253533.