Amparo Tolosa, Genética Médica News
Los recientes avances en el campo de la investigación de las células madre han hecho posible el desarrollo de mini-órganos, estructuras tridimensionales de células que se organizan entre sí y se asemejan en arquitectura y función a los órganos reales. Los organoides, como se denominan estas estructuras, se presentan como una herramienta muy prometedora en el campo de la biomedicina, tanto por sus posibles aplicaciones en la búsqueda de fármacos o terapias regenerativas, como en su potencial para reducir la utilización de animales en experimentación. Especialmente, si se plantea su combinación con otras técnicas como la edición genómica o la reprogramación celular.
Debido a tratarse de una técnica muy novedosa, los aspectos éticos de la generación de organoides no han sido explorados en profundidad. Una revisión, publicada en Science, resume el estado actual de la investigación en organoides y evalúa algunas de las implicaciones éticas de su utilización en investigación y en la práctica clínica. “La investigación en organoides representa un potencial considerable para la investigación en el desarrollo humano y la enfermedad, así como para avanzar en la medicina regenerativa y de precisión,” remarcan los autores. “A pesar de estas prometedoras aplicaciones, hay múltiples capas de complejidad, no sólo en el sentido tecnológico sino también respecto a la introducción de los aspectos éticos en la investigación, el cuidado clínico y la sociedad.”
Hasta el momento se han desarrollado organoides de diferentes órganos, entre los que se encuentran el intestino, hígado, riñón y cerebro. Estos mini-órganos pueden crecerse a partir de células madre pluripotenciales o células madre adultas específicas de tejido, lo que significa que la disponibilidad es muy elevada.
Cuando se plantea la utilización de organoides de células humanas, una de las consideraciones iniciales es que contribuirá a reducir la utilización de embriones humanos o de animales en experimentación. Esto es así porque se espera que los organoides, derivados de células humanas, presenten un metabolismo y funcionamiento más cercano al del tejido humano que los que se observan en un modelo animal. Si bien esta premisa es acertada, es poco probable que los organoides reemplacen por completo la utilización de animales en investigación, debido principalmente a algunas limitaciones en los protocolos. Por ejemplo, la mayoría de los organoides desarrollados hasta la fecha carecen de vasos sanguíneos, lo que limita la difusión de nutrientes y oxígeno a las células y se traduce en una restricción a su tamaño o estructura. Por otra parte, a nivel de organismo completo, sigue siendo más eficiente estudiar un modelo animal que un organoide humano. Y además, los protocolos actuales para generar y cultivar organoides incluyen reactivos derivados de animales, por lo que aunque no se utilizaran células o modelos animales en investigación, se seguiría usando productos derivados de los mismos.
Otra consideración de los autores del trabajo a este respecto es que los organoides humanos no deberían considerarse como una simple solución a la experimentación en animales o una alternativa moralmente neutral, ya que se obtienen de células y tejidos obtenidos de personas y por tanto debe discutirse su estatus legal de forma apropiada.
El almacenamiento de organoides humanos en biobancos, colecciones de material biológico destinados a la investigación o a su utilización en clínica plantea también importantes retos éticos. Los autores consideran el consentimiento de los donantes como un punto clave para la correcta utilización de material biológico tan sensible y potencial como los organoides y proponen que los responsables del biobanco informen de las políticas de privacidad, colaboraciones con otros agentes públicos o privados, y posibles usos del material. Además, el almacenamiento y posterior utilización de organoides plantea retos específicos sobre la propiedad y uso legal de material biológico. Especialmente cuando se prevén aplicaciones comerciales derivadas de organoides obtenidos de donantes, para el desarrollo de fármacos o análisis toxicológico o medicina de precisión.
Los autores repasan también los posibles efectos de la generación de organoides sobre la investigación con tejidos humanos y a la investigación clínica, tanto en medicina de precisión como en el campo de los trasplantes destinados a recuperar o restaurar órganos dañados.
Por último, los investigadores señalan la importancia de una correcta comunicación entre los investigadores, autoridades políticas y el público en general, para que la investigación en organoides alcance su máximo potencial. “Únicamente mediante la participación en estos temas en un diálogo constructivo e interdisciplinar, que implique no sólo a los investigadores sino también a los pacientes, clínicos, reguladores, responsables éticos y el público, podemos asegurar una innovación responsable y una aceptación a largo plazo de esta emocionante tecnología,” concluyen los autores.
Revisión: Bredenoord AL, et al. Human tissues in a dish: The research and ethical implications of organoid technology. Science. 2017 Jan 20;355(6322). doi: http://dx.doi.org/10.1126/science.aaf9414