¿Puede un test genético definir la categoría deportiva? La Sociedad Europea de Genética Humana alerta sobre las limitaciones del uso del test para determinar el sexo basado en el gen SRY en la elegibilidad de atletas en competiciones femeninas.
La tradicional clasificación de los atletas en categorías masculinas y femeninas tiene como objetivo garantizar equidad en las competiciones deportivas. Sin embargo, establecer qué criterios deben definir cada categoría continúa siendo objeto de debate científico, social y normativo.
Recientemente, el Comité Olímpico Internacional ha anunciado la creación de un grupo de trabajo para abordar la elegibilidad en categorías masculinas y femeninas en el deporte. Al mismo tiempo, varias federaciones internacionales y nacionales han comenzado a introducir reglas más estrictas, entre ellas la aplicación de pruebas genéticas para determinar el sexo de los deportistas. Una de las propuestas más discutidas es la utilización de un test que detecte la presencia o ausencia del gen SRY, implicado en el desarrollo de características masculinas.
En este contexto, la Sociedad Europea de Genética Humana (ESHG) ha publicado un comunicado en el que muestra cautela frente a esta práctica, señalando que el desarrollo sexual humano es complejo y que ningún marcador genético puede considerarse un criterio absoluto para definir la elegibilidad deportiva.

Cómo se determina el sexo biológico en humanos
El desarrollo sexual humano es un proceso complejo que comienza en la concepción y continúa hasta la pubertad. A grandes rasgos, intervienen tres niveles de factores: cromosomas, genes y hormonas, que condicionan el desarrollo de los órganos internos, externos y las características sexuales secundarias.
En la mayoría de los casos, los embriones con dos cromosomas XX se desarrollan como mujeres y los que presentan un cromosoma X y un cromosoma Y como varones. Sin embargo, existen variaciones cromosómicas, como la ausencia o exceso de un cromosoma X (que derivan en el síndrome de Turner y síndrome de Klinefelter, respectivamente) que pueden alterar este patrón.
Un elemento clave en la determinación del sexo es el gen SRY, situado en el cromosoma Y. Su activación suele desencadenar el desarrollo de testículos y la producción de testosterona, lo que influye en la masa muscular, el crecimiento óseo y la capacidad pulmonar. No obstante, la ausencia o el mal funcionamiento de este gen, así como mutaciones en otros genes de otros cromosomas como CYP21A2 o AR, pueden dar lugar a un desarrollo diferente.
Más allá de los genes, las hormonas sexuales también son determinantes. Alteraciones como la hiperplasia suprarrenal congénita, la insensibilidad a los andrógenos o la deficiencia de 5-alfa-reductasa pueden producir fenotipos intersexuales o mixtos, en los que las características físicas no se ajustan por completo a la clasificación binaria de masculino o femenino. Durante la pubertad, el efecto hormonal se intensifica y pueden hacerse visibles diferencias que no habían sido evidentes en etapas anteriores.
En resumen la determinación del sexo es un proceso donde intervienen diferentes factores y no estrictamente binario. Por tanto, la aplicación de un test para determinar el sexo basado únicamente en la detección del gen SRY simplifica en exceso una realidad mucho más diversa.
Limitaciones de un test de determinación del sexo basado en el gen SRY para definir la categoría deportiva
La Sociedad Europea de Genética Humana reconoce que, en el ámbito deportivo, puede resultar injusto que atletas con cromosomas XY compitan frente a atletas cuyo desarrollo no ha estado marcado por la testosterona y su influencia en la masa muscular y otros factores clave en pruebas de fuerza, velocidad y resistencia. Sin embargo, advierte que este planteamiento resulta demasiado simplista. Y sobre todo, destaca que el resultado de este tipo de test para determinar el sexo no puede interpretarse de forma aislada ni absoluta.
Por una parte, existen excepciones biológicas que ponen de manifiesto la complejidad del desarrollo sexual: algunas personas con cromosomas XY y un gen SRY funcional pueden presentar un fenotipo femenino, mientras que en ciertos individuos con cromosomas XX pueden aparecer rasgos tradicionalmente considerados masculinos.
Además, el análisis del gen SRY actúa como un marcador indirecto de los procesos de androgenización durante el desarrollo, pero no determina de forma concluyente la existencia de una ventaja competitiva en el ámbito deportivo.
La Sociedad también advierte sobre el impacto personal que puede tener un resultado inesperado. Para algunos atletas, descubrir la presencia del gen SRY puede suponer un hallazgo desconocido, con implicaciones médicas, emocionales y sociales de gran relevancia. “Esto debería recibir una atención más destacada en los protocolos y se aplica especialmente a los atletas que han competido previamente en la categoría femenina y que pueden desconocer por completo que portan el gen SRY”, indican en su comunicado. En este sentido, insisten en que cualquier protocolo que utilice un test de determinación del sexo debe contemplar excepciones y garantizar un acompañamiento médico y psicológico adecuado, de modo que se proteja la salud y el bienestar de los deportistas.
Otro aspecto que genera preocupación es la calidad desigual de los análisis genéticos entre países y laboratorios, lo que podría dar lugar a situaciones de inequidad en el acceso a las competiciones.
Teniendo en cuenta estos aspectos, la Sociedad insiste en que la participación de genetistas en los grupos de trabajo es fundamental para asegurar que las decisiones se basen en una comprensión real de la complejidad biológica y en la reducción de posibles daños para los atletas.
