Expertos en longevidad explican el envejecimiento como un proceso activo y modulable, regulado por gerogenes y genes gerosupresores que pueden acelerar o frenar su avance.
A nivel científico el envejecimiento ya no es lo que era. En la última década la investigación sobre este tema, que tarde o temprano atañe a todas las personas, ha dado un giro conceptual. Más allá de considerarlo como un proceso inevitable asociado al paso del tiempo que aumenta el riesgo a múltiples enfermedades, el envejecimiento empieza a entenderse como un fenómeno activo, regulado por mecanismos específicos. Y sobre todo, como un proceso sobre el que se puede actuar.
En paralelo a la geriatría, que es la rama de la medicina que se ocupa de las enfermedades de la vejez y de su tratamiento, en estos años se ha consolidado la gerociencia, disciplina que estudia los mecanismos biológicos del envejecimiento con el objetivo de prevenir o retrasar las enfermedades asociadas a la edad.
Una de las aportaciones más influyentes de la gerociencia ha sido la definición de las características biológicas comunes implicadas en el envejecimiento. Publicadas inicialmente en 2013 y actualizadas en 2023, estas características han permitido enfocar la investigación hacia terapias que actúen sobre procesos comunes del envejecimiento y no sobre enfermedades concretas. Sin embargo, en la práctica, las características biológicas del envejecimiento presentan diversas limitaciones para su aplicación clínica. Por ejemplo, son procesos que interaccionan entre sí y algunos son difíciles de cuantificar en muestras humanas.
En este escenario un equipo internacional de conocidos investigadores en envejecimiento y longevidad propone un cambio de perspectiva: un envejecimiento basado en gerogenes y gerosupresores, similares a los oncogenes y genes oncosupresores implicados en el cáncer. Esta aproximación abre una vía hacia una geromedicina de precisión, donde se utilicen intervenciones personalizadas para preservar la salud desde las primeras etapas del envejecimiento biológico.
“El campo emergente de la geromedicina busca optimizar la salud y prolongar la duración de la salud centrándose en los procesos fundamentales del envejecimiento a lo largo de toda la vida adulta, abarcando a las personas independientemente de su estado de salud actual, excepto en casos de cuidados paliativos o deterioro cognitivo grave que impida el cumplimiento de los protocolos de seguridad”, señalan los autores del trabajo publicado recientemente en la revista Cell. “En este contexto, el prefijo ‘gero’ no define la población destinataria, sino que se refiere al objetivo general de promover trayectorias de envejecimiento saludables”.

Una perspectiva genética del envejecimiento: gerogenes y genes gerosupresores
En el cáncer la activación de oncogenes y la pérdida de genes supresores de tumores tienen un papel relevante en el desarrollo de la enfermedad. De forma similar el envejecimiento podría interpretarse como un proceso influenciado por la actividad de ciertos genes. Los investigadores definen a los gerogenes como aquellos genes cuya expresión elevada o activación por mutaciones se asocia con un envejecimiento acelerado. En cambio, los genes gerosupresores serían aquellos que contribuyen a ralentizar este proceso y promover una longevidad saludable. Con estos conceptos, la caracterización de los genes implicados en el envejecimiento permitiría trazar perfiles individuales de riesgo y protección.
Entre los gerogenes más destacados se encuentra APOE ε4, cuya presencia se asocia con un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer y patologías cardiovasculares. Otro gerogén importante es IGF1, cuya sobreexpresión se ha vinculado al desarrollo de cáncer y enfermedades metabólicas. También destacan LMNA (cuyas mutaciones dan lugar a la producción de progerina, una proteína relacionada con el envejecimiento prematuro) y PCSK9 (que participa en el metabolismo lipídico y su alteración incrementa el riesgo cardiovascular). Además, la activación de transposones como LINE-1 puede contribuir al daño genético y a procesos neurodegenerativos.
Dentro de los genes gerosupresores se incluyen FOXO3A, asociado con longevidad en diversas poblaciones, y APOE ε2, que ejerce un efecto protector frente a los riesgos asociados a APOE ε4. También es gen gerosupresor a-klotho, que codifica una proteína con efectos sistémicos beneficiosos sobre el envejecimiento y SIRT6, cuya variante centSIRT6 se ha observado en poblaciones longevas. Por último también son relevantes los genes TERT y WRN, que cumplen funciones clave en la estabilidad de los telómeros y el mantenimiento del genoma.
Ventajas de la perspectiva genética con gerogenes y genes gerosupresores
El modelo basado en gerogenes y gerosupresores presenta varias ventajas frente al enfoque de las características biológicas del envejecimiento. En primer lugar, es agnóstico respecto a las rutas moleculares, lo que significa que no depende de entender en detalle cada vía biológica implicada en el envejecimiento. Esto permite identificar genes relevantes aunque su función no esté completamente caracterizada, lo que amplía las posibilidades de intervención. En segundo lugar, este modelo se apoya en tecnologías genómicas y epigenómicas escalables (como la secuenciación del ADN o el análisis de metilación), que ya están disponibles en muchos entornos clínicos. Esto facilitaría la integración de la geromedicina de precisión en programas de cribado y prevención. Por último, considerar gerogenes y genes gerosupresores permite establecer niveles de riesgo objetivos, derivados de asociaciones genotipo-fenotipo. En otras palabras, proporciona una base cuantitativa y reproducible para poder tomar decisiones médicas.
Otra ventaja de esta forma de abordar el envejecimiento es que ya existen intervenciones terapéuticas dirigidas a algunos de estos genes. Por ejemplo, los anticuerpos anti-PCSK9 (alirocumab, evolocumab) están aprobados para hipercolesterolemia. Y el antiviral lamivudina se está probando en Alzheimer por su efecto inhibidor de transposones LINE-1.

Los retos de pasar de la gerociencia a la geromedicina de precisión
Los expertos, entre los que se encuentran Ana Maria Cuervo y Carlos López Otín, señalan que la geromedicina de precisión se perfila como una disciplina orientada a prevenir y anticiparse al deterioro asociado a la edad para mantener la capacidad funcional y calidad de vida durante más tiempo. Es decir, para aumentar la esperanza de vida saludable. Para este objetivo será necesaria la integración e interpretación de numerosos datos clínicos, moleculares y digitales (desde los factores clásicos como el colesterol o glucemia a las diferentes ómicas, microbioma y datos de dispositivos digitales).
Aunque los avances científicos son prometedores, los autores del trabajo recuerdan que el desarrollo de una geromedicina de precisión con aplicación clínica todavía tiene que superar importantes retos. Por ejemplo, será necesario validar biomarcadores ómicos, que aún no cuentan con aprobación regulatoria como herramientas diagnósticas. Además, se requieren ensayos clínicos multicéntricos adecuados que evalúen intervenciones personalizadas frente a cuidados estándar. Y también será imprescindible regular los algoritmos de inteligencia artificial utilizados para interpretar los datos ómicos y digitales, garantizando su seguridad.
Medicina basada en evidencias y accesible
Por último, los investigadores y expertos en envejecimiento y longevidad inciden en que para que la geromedicina de precisión se consolide como una práctica médica basada en la evidencia y accesible a la población general, será necesario integrarla en el sistema sanitario público, con protocolos estandarizados, formación específica y evaluación regulada de sus herramientas diagnósticas y terapéuticas.
Los autores destacan el papel de las clínicas de longevidad como laboratorios clínicos pioneros pero recuerdan que algunas incluyen tratamientos como cámaras de oxígeno hiperbárico, terapia con luz roja y crioterapia, inyecciones de plasma autólogo rico en plaquetas o vesículas extracelulares, o incluso terapias con células madre, que no han sido validadas en ensayos clínicos adecuados para evaluar sus efectos sobre el envejecimiento y la longevidad.
“Resulta imprescindible crear clínicas de longevidad que respeten rigurosamente los principios de la medicina basada en la evidencia y que, idealmente, formen parte de hospitales financiados con fondos públicos, integrando esta nueva especialidad en los sistemas educativos y sanitarios existentes y haciendo que la atención médica centrada en la longevidad sea más accesible para el conjunto de la población”, señalan en el trabajo.
Artículo científico: Kroemer G, et al. From geroscience to precision geromedicine: Understanding and managing aging. Cell. 2025 Apr 17;188(8):2043-2062. doi: https://doi.org/10.1016/j.cell.2025.03.011
